jueves, 17 de mayo de 2012

Con todo el dolor del árbol


Pueblo árbol, pueblo nido:
crecido sobre un lecho enmudecido
de molles, algarrobos y espinillos.
Un siglo se nos trepa por la historia
de abuelos que sembraron tu semilla
de padres que plantaron y regaron,
anhelando futuros florecidos.
Pueblo árbol, pueblo nido:
tus calles y veredas fueron ramas,
tus campos, tu molino, las raíces
que sostienen los frutos: tus gurises.
Pueblo árbol, pueblo nido:
cuando el tren te dejó no imaginaste
que yo también dejara de quererte;
ni el frío del invierno fue tan fiero
ni el calor del verano tan salvaje
como el afán destructor y traicionero
de los hijos que dormimos a tu amparo.
Pueblo árbol, pueblo nido:
bajo un autócrata tul de progresismo
las sierras se nos hunden en el alma,
La descarnada estética, arrogante,
del hombre que no mira a su costado
y que nunca, quizás, trepó tus ramas
te hiere sin piedad y te “emprolija”
en las más grises lunas de este otoño.
Y el sol que se escondía entre tus hojas
y te llamaba: luz, altura y verde
nos mira horrorizado…
incapaz de entender lo que nos pasa:
No existe un solo átomo en mi carne
que no estuviera en él primero y no llegara
hasta mí por la fuerza de tu savia.
Pueblo árbol, pueblo nido:
cada rama que cae es un misterio
de ignorancia, prepotencia y sin sentido.
Desolado contemplo tus muñones,
triste me inclino ante la madre tierra
que un día hará con mi sangre tu madera,
y al Padre Dios que te engendró en sus sueños,
alma del bosque, don esencial, sombra y camino,
le pido tu perdón, que en mi conciencia
reconozco que no nos merecemos.


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