sábado, 26 de noviembre de 2011

Tierra Que Anda 12: Estar y existir

“Pienso, luego existo” esta difundida expresión del racionalismo cartesiano, que muchos hemos oído e inclusive estudiado en el secundario, ha sido interpretada por la cultura positivista, cientificista, tecnológica, en el sentido de que el pensamiento es una condición de la existencia del hombre y no una consecuencia, dándole al término “luego” una connotación temporal. En contrapartida, algunos autores más modernos han utilizado la expresión opuesta: “existo, luego pienso”.
Sin embargo, creo que debemos interpretar el “luego” como una conclusión del razonamiento, como un “pienso, por lo tanto, existo” y hasta como una expresión del deslumbramiento: me imagino más bien a Descartes diciendo en francés: ¡eh!, ¡miren!, pensado me he dado cuenta de esta maravilla: ¡existo!.
Esta es la primera condición para cualquier otra cosa que queramos ser, hacer, o tener: existimos, estamos aquí y ahora, en el tiempo y en el espacio, tenemos un lugar y una historia. Y este hecho nos iguala, nos pone a todos en la misma situación, inclusive con los demás seres vivos y con las cosas: existimos, estamos.
En este concepto no entra la idea de cantidad (que hoy en día tanto nos preocupa)…
Puedo pensar mucho, como un intelectual, o no pensar nada, como cuando miro la tele; puedo tener mucho, o poco, o nada; puedo ser inclusive muchas cosas: padre, amigo, hijo, trabajador, profesional, empleado, patrón, ciudadano, dirigente, ambientalista y mucho más… pero no puedo existir mucho o poco, sino simplemente existir. A la existencia la podemos complementar con conceptos de calidad, nunca de cantidad. Podemos tener una existencia alegre, triste, simple, compleja; podemos estar bien o estar mal pero no estar mucho.
Nuestros antiguos hermanos americanos (a quienes los invasores europeos, desesperados por el tener, consideraron primitivos) ya habían desarrollado claramente esta filosofía del estar bien; los guaraníes, por nombrar un ejemplo bien cercano a nosotros, buscaban la tierra sin mal, donde se podía llevar una existencia libre de problemas.
Pero al existir, soy, no puedo evitarlo, es una consecuencia inmediata: soy. En primera instancia soy alguien, con una dignidad, soy persona y esta dignidad me iguala a todos los demás hombres: varones y mujeres, niños y ancianos, casados y solteros, americanos y africanos, médicos y enfermos, policías y ladrones, religiosos y ateos, trabajadores y desempleados, todos somos personas.
La sociedad de la imagen y la fama, del culto a la personalidad y del éxito, del individuo y la propiedad privada, del dinero y del consumo, esta cultura postmoderna, nos ha convencido que lo importante no es ser “alguien” si no, ser “algo”, que lo esencial no es estar mejor, sino tener más, y no sólo más que antes, sino más que otros.
Ya no trabajamos para crear o para cubrir nuestras necesidades elementales, si no que nos empleamos para ganar dinero; hoy no estudiamos para saber y servir mejor a la sociedad en la que habitamos, sino para zafar en el colegio y tener un título; no construimos nuestras casas con la puerta cancel que invitaba a entrar, sino con rejas que impidan entrar a quien codicia lo que tengo y no puede alcanzarlo; no conformamos una comunidad de hermanos sino una sociedad de socios en competencia por los mejores dividendos; no nos preguntamos que necesita de mí mi país o mi pueblo, sino que me puede dar a mí mi país o mi pueblo.
No buscamos tener las cosas necesarias para estar bien, para vivir en calma, sino que estamos mal y vivimos apurados, conflictuados peleando para tener más.
No estamos proponiendo desde Mingaché, volver a vivir una vida pre tecnológica, pero sí recuperar el pensamiento ambiental del hombre que se siente parte de la naturaleza, que puede ver al otro y a “lo otro” y puede estar y existir y construir en conjunto una vida más plena, más digna de ser vivida por todos, una “tierra sin mal”.

DECLARACIÓN DE LA CONFERENCIA NACIONAL DE RELIGIOSAS/OS DE ARGENTINA

Con gran dolor y evangélica indignación, la pasada semana hemos recibido la noticia del asesinato de Cristian Ferreyra. Otro hermano más que muere por defender la tierra. El poder, la ambición y el desprecio por la vida del prójimo, se impuso nuevamente sobre el respeto, la dignidad y los derechos de los más débiles y desprotegidos.
Como Junta Directiva Nacional de la Conferencia Argentina de Religiosas/os, hacemos nuestras las expresiones vertidas por la Junta de Religiosas/os de Santiago del Estero y manifestamos nuestro repudio a este nuevo hecho de violencia y de homicidio. Nos adherimos igualmente al pedido de un pronto esclarecimiento y justicia contra los responsables para que no quede impune la muerte de CRISTIAN FERREYRA, así como al reclamo para que sean respetados los principios de una verdadera justicia social, tal como lo han expresado los pastores de esa provincia.
Seguimos apostando por una convivencia más justa, solidaria y pacífica y, una vez más, explicitamos nuestra decisión de estar “donde la Vida reclama”. Con afecto y en oración al Señor de la Vida


Junta Directiva Nacional de la Conferencia Argentina de
Religiosas y Religiosos. CONFAR


Buenos Aires, 23 de noviembre de 2011

Somos los hermanos de la tierra. Somos Hermanos.

Publicamos con admiración este texto de nuestro maestro y amigo Daniel Verzeñassi


"....no te olvidaré, Shunko. No te olvidaré porque al pensar en tí pienso en todos los chicos campesinos; en los que he conocido y en los que no he visto nunca."
Shunko....Jorge W. Abalos

Soja, Cargill, pizarras de Chicago.
Monsanto, Grobo, AAPRESID, Agronegocio.
A cuántos Shunko les robaron el futuro.
_Cristian Ferreyra, serás el Shunko-adulto desde ahora.
Serás el Shunko santiagueño que los niños argentinos habrán de conocer y amar en adelante.
Estarás en las bibliotecas escolares recuperando memoria, historias y evitando olvidos.
_Pero Shunko-niño, -el de Jorge W. Abalos-, no dejes que te lean los hipócritas.
Míralos desde las páginas abiertas en que andas. Míralos fijo y a los ojos. Que no puedan seguir leyendo los que saben de la culpa que les toca, y miran a otra parte.
En cuántas Ferias de Libros habrás andado Shunko-niño, llevado por los funcionarios de cultura de Santiago.
Cuántos que con tu niñez sonrieron, y te tiran la emboscada cuando te haces grande.
_Shunko, seguro estás en la biblioteca de algunos que te usaron, y ahora te abandonan cuando te llamas Ferreyra, campesino.
Los niños indios santiagueños, los Shunkos escolares, pelo chuzo y alpargatas, son los Cristian Ferreyra asesinados.
Por defender a sus hijos, a su tierra, a sus hermanos.
Las codicias repugnantes de los que roban futuro, son quienes gatillan ciertamente. Gatillan con venenos a los Shunko-niños, o con venenos reforzados de escopetas a los Shunko del trabajo. Gatillan siempre; con olor a "impunidad", esa inmundicia degradante.
Los Cristian "Shunko" Ferreyra no estarán mas en soledades y abandonos.
No "Somos todos el Campo". No ese Campo que maltrata y envenena. Y ordena escopetazos contra los Shunko crecidos que expresan dignidades.
Me invito de otra forma: Somos todos Campesinos.
Somos indios, los Shunkos, los Cristian Ferreyra.
Somos los hermanos de la tierra. Somos Hermanos.

"LA CULTURA DEL FONDO BLANCO", miercoles 30/11 a partir de las 19 y 30 hs. en el Sirio Libanés

El próximo miercoles 30 de Noviembre, vuelve a visitarnos el Dr. HUGO MIGUEZ, especialista en Adicciones.
En esta oportunidad expondrá sobre su trabajo realizado en el presente año "LA CULTURA DEL FONDO BLANCO", que trata de los cambios epidemiológicos y culturales de la alcoholización juvenil.

En junio de 2010 disertó sobre "Adicciones, Mercados y Espejos", en el HCD de nuestra ciudad, ante una presencia muy importante de público.

Es un logro de los integrantes de la Mesa Intersectorial de Prevención de las Adicciones, poder contar con un profesional de tan relevante trayectoria en la temática.

Se otorgarán Certificados. Por cuestiones de cupo y organización, necesitamos que confirmes tu presencia.

La jornada tendrá un valor de $ 15 para profesionales y público en general y $10 para estudiantes terciarios y universitarios.-

La Conferencia "LA CULTURA DEL FONDO BLANCO", se realizará el miercoles 30/11 a partir de las 19 y 30 hs. en el Sirio Libanés (L. N. Palma e Irigoyen)

Te esperamos

Delfina Goiburu - Haydée Venturino
Area Prevención del CoPNAF

viernes, 18 de noviembre de 2011

Tierra que Anda 11: Consumo

La calle del medio - Santiago Alba Rico

En nuestra vieja casa de piedra, en un pueblecito cerca de Madrid, teníamos una parra que había trepado durante décadas, agarrada al muro, para desplegar sobre el balcón su sombra dulce de hojas y de uvas. Un día, no la encontramos; al pie de la pared dolorosamente desnuda se alzaba un muñón diminuto serrado con violencia, tristísimo cimiento vegetal de la catedral derribada. Al vernos, uno de los vecinos se nos acercó para explicarnos con naturalidad, y casi con reproche:
- Era un engorro. Me he comprado un coche nuevo más grande y tenía que maniobrar mucho para entrar en vuestra calle, exponiéndome además a que la parra me rayara la carrocería. Así que la he talado. Era dura la condenada; he tenido que sudar para cortarla.
Pedía casi que le agradeciéramos el esfuerzo. Tan improcedente le parecía que un árbol obstaculizase el camino de un coche, y tan natural esa jerarquía, que no podía imaginar nuestra contrariedad ni nuestra cólera.
Entre coches, la lucha habría estado quizás igualada; pero entre un coche nuevo y una excrecencia natural que nadie había comprado, y que salía de debajo de la tierra, el coche nuevo debía hacer valer rutinariamente todos sus derechos.
Las catedrales a veces crecen solas: se llaman parras o almácigos o colinas o glaciares. Se toman su tiempo en formarse -décadas, siglos o milenios- y desaparecen luego en un minuto porque obstaculizan la multiplicación y disfrute de la verdadera riqueza, fabricada por la Ford o por la Sony y vendida por Wall-Mart o Chango Mas.
El modelo mental de nuestro vecino aldeano es el de un mundo, el capitalista, en el que son los coches -las mercancías en general- y no los árboles los que tienen valor.
Pero tampoco puede decirse, en verdad, que tengan mucho valor… Que prefiramos los coches y los televisores a las parras y las colinas no quiere decir que coches y televisores revistan a nuestros ojos el valor sagrado que para nuestros antepasados tenían ciertos árboles o ciertas montañas. En este mundo están, por así decirlo, las criaturas que no tienen ningún valor -como los rosales, los ríos y los iraquíes- y las que tienen muy poco valor, como lo son todas las que podemos comprar en el mercado. … (se) Valora más, claro, un trozo de plástico que un castaño milenario, pero el trozo de plástico es tratado sin ningún respeto y enseguida olvidado.
… La silla que me ha soportado tantos años, el libro, el jarrón, el mar, el mundo mismo son cosas. Un niño y un amado son cosas. Nos guste o no, en la medida en que somos cuerpos y estamos a merced de todos los demás, los seres humanos somos también cosas . No (me) importaría ser tratado como cosa valiosa -o al menos como animal de compañía. Pero el problema es que, bajo el capitalismo, somos tratados como mercancías.
… Las cosas han desaparecido. Cuando algo está a punto de convertirse en una cosa, se corre al mercado a cambiarla por otra. Nada se rompe porque todo lo tiramos mientras aún sirve o funciona; nada llega a estar ausente porque no le damos tiempo para estar presente.
… Todo lo existente -todas las criaturas, naturales y artefactas- se pueden reemplazar. … En un mundo sin cosas, en un mundo en el que los humanos no alcanzamos ni siquiera el rango de cosas, en el que nada nunca llega a romperse, todo se puede tratar por igual, sin ningún cuidado. ¿Las parras, los ríos, los iraquíes mapuches?... Son obstáculos para el mercado. ¿Los coches, los televisores, los trabajadores? ¡Vamos, hermano, a comprar uno nuevo!.
Todo nuestro universo mental y cultural está ya configurado por esta falta radical de cuidado que acompaña a la ilusión fundamental del mercado: la de que todo tiene solución…: todo tiene arreglo y si usted tiene arrugas, estreñimiento, la piel seca, poco pelo, nadie le quiere, no le dan trabajo, es sólo culpa suya.
Es duro ser pobre cuando uno sabe que con un poco de dinero podría dejar de serlo; es duro ser pobre cuando sabemos que podríamos ser incluso inmortales… si hubiéramos hecho bien las compras.
Pero … No es así: nos rompemos, nos morimos… Y porque nos morimos tenemos que cuidarnos los unos a los otros…

Tierra que Anda 10: Diversidad

El bosque es más que un conjunto de árboles: el elogio de la diversidad

Los pueblos originarios de Abya Yala, nuestra América, lo sabían sin necesidad de tratados de filosofía. Todas las culturas antiguas de todos los continentes vivían con este principio, aunque no lo expresaran formalmente: “la comunidad es más que la suma de sus individuos”. La comunidad es tan central, tan substancial, que sus miembros no dudaban en ofrecer su vida en las batallas por esa comunidad; la tribu, los clanes, las aldeas… se constituían, se organizaban en función de la vida comunitaria, alrededor de los espacios comunes: el mercado, la plaza, la Iglesia, el ágora, la sinagoga, la cocina familiar, el patio. Porque en ese contacto diario, en ese intercambio permanente, se cubrían las necesidades primarias; cada uno hacía su aporte a la subsistencia del conjunto: el cuidado de los críos, de los ancianos, de los enfermos, la construcción de las viviendas, la alimentación, la vestimenta.
"Entre dos no digo a un pampa, a la tribu si se ofrece" le hace decir José Hernández a su Martín Fierro, dándose cuenta de la multiplicación de posibilidades (y no la suma) que produce la comunidad. Porque en esa comunidad están el que tiene y el que necesita, el que sabe o tiene un oficio y el que aprende, el que puede y el que quiere, el que cría y el que crea, el que atiende los males del cuerpo o del alma, el que organiza, el niño y el anciano…
Cuanto más integrada y unida fuera esa comunidad, más firmes y duraderos serían los vínculos, que se convierten entonces en un componente real del grupo, vínculos con densidad propia que gravitan profundamente en la conformación y el desarrollo de la comunidad. Vínculos que la modernidad ha licuado, (como le escuchábamos decir hace unos días al Padre Jorge Leiva, citando a un autor ruso cuya filiación no retuvimos), promocionando un individualismo exacerbado que no nos deja ver al otro y a lo otro como parte de mí mismo.
Pero no hay modernidad para el bosque, su evolución guarda los ancestrales ritmos naturales. De la misma manera que nuestras comunidades primarias, el monte vive por la diversidad y relación de sus elementos, adaptados al lugar y al clima donde se desarrollan.
Los árboles, las enredaderas, los arbustos, los yuyos, las hierbas, los pájaros, los insectos, los hongos, las bacterias… todos en una trama viva y vital en la que el individuo está en un segundo plano, porque lo que importa para la supervivencia es la especie, el conjunto… y el equilibrio del proceso.
El hombre obtiene y utiliza los frutos del monte, su alimento, sus vestidos, sus herramientas, sus símbolos. Inclusive lo modifica en una escala que no pone en riesgo su permanencia en el tiempo. Hasta que un día decidimos acumular, es decir producir más de lo que necesitábamos. Creímos que el ritmo natural no era suficiente, que había que apurarlo en el tiempo y la cantidad. Talamos el monte, porque es lento y económicamente inviable y las sociedades avanzadas necesitan más alimentos, más vestimenta, más madera, más papel, más combustible para obtener más energía para una maquinaria desbastadora que ya no se puede parar. Cambiamos el algarrobo milenario y el quebracho por el eucaliptus y la soja.
La Ecología y la Economía pudieron ser ciencias hermanas en el cuidado del hogar común, si no fuera por el afán de lucro que ha contaminado nuestras relaciones en esta cultura consumista en la que repetimos, sin análisis ni conciencia, las frases del marketing de las grandes multinacionales: “somos 7000 millones de seres en el mundo que hay que alimentar”, pero no reflexionamos que cuanto más montes talamos, más objetos de consumo producimos, más energía buscamos para alimentar el crecimiento desmedido de las sociedades ricas y consumistas, más personas y más pueblos quedan al margen del verdadero desarrollo, porque no logran el acceso a esos alimentos ni a esas energías, porque les modificamos la cultura y el hábitat, los dejamos sin el monte, les quitamos sus símbolos y los envenenamos.
Pero este es un programa que busca proponer, quizás no soluciones, pero sí alternativas, otras formas de ver, y actuar. La crítica al modelo es inevitable pero: ¿qué podemos hacer hoy aquí en Larroque?. ¿Cuál es nuestra situación?.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Tierra que Anda 9: Jorge Rulli

Jorge Rulli en Larroque
Hoy nos comunicamos telefónicamente con Jorge Rulli:
El maestro nos dio un pantallazo general de la situación ambiental actual. Recorrió muchos de los temas que nos preocupan, habló de las ideologías imperantes, de las políticas siempre inadecuadas o alejadas de la gente.
Con su admirable capacidad de relación nos comentó sobre la crisis europea, sobre Grecia, sobre el "capitalismo rojo" de China, sobre Brasil y Bolivia, sobre la minería, las pasteras y las grandes obras de ingeniería, sobre el marxismo, el peronismo, el setentismo, el kirchnerismo y los partidos de oposición que no tienen respuestas alternativas al modelo, sobre la soja y el desplazamiento de las comunidades rurales, sobre Buenos Aires y la locura de las macrociudades. Nos mostró con crudeza los síntomas de la crisis civilizatoria pero nos dijo que el cambio es posible y viene desde lo pequeño, desde lo simple, desde una apersona que decide cambiar y ahorrar energía con una estufa rusa, o producir su alimento en una huerta casera, del tomillo y en orégano en la maceta del balcón, de los grupos de personas que se reúnen para pensar y difundir y proponer, de la búsqueda de un nuevo pensamiento nacional.
Escuchándolo, y con él a sus gallos y gallinas y pájaros, se nos fue el tiempo a más de 30 minutos. Gracias Jorge por tu larga lucha inclaudicable y tu paciencia para con nosotros. Gracias F.M. Latidos por el aguante

TIERRA QUE ANDA 8: BOSQUE NATIVO

El Corralito

Algunos crecen rápido, el primer año de vida se cubren de flores y dispersan su simiente agotando pronto su vitalidad. Otros lo hacen lento, fortalecen tronco y raíces y recién maduros fructifican, como ancianos sabios cuyas palabras llevan todo el peso de la experiencia.
Algunos tienen flores vistosas que se llenan de abejas y mariposas. Otros con flores ocultas, invisibles, como guardando con pudor su más preciado tesoro.
Algunos crecen solos, únicos, imponentes en medio de un descampado, como mojón señero que invita a entrar bajo su sombra. Otros sólo crecen en montonera de ramaje costero, en unión de fuerzas protectora de su territorio impenetrable.
Algunos se llenan de ramas y hojas que cobijan pájaros y nidos. Otros, desvestidos, dejan que el sol caliente la tierra sobre sus raíces.
Unos, robustos, permanecen erguidos ante el vendaval. Otros, flexibles, permiten que sus ramas se adapten a los vientos sin que sus raíces cedan.
Unos con hojas permanentes siguen produciendo aún en el invierno más crudo. Otros se toman su merecido descanso y tienden periódicamente sus hojas al suelo para que lo fertilicen y puedan así reciclar su propia materia.
El árbol.
Si queremos hablar de sustentabilidad, no podemos dejar de hablar de él, el árbol y su  comunidad, el bosque nativo.
Juan de Dios Muñoz fue quizás el botánico más importante de la provincia de Entre Ríos y unos más importantes de la Argentina a nivel internacional. Él sostenía con pasión: no hay posibilidad de que el hombre subsista sin el bosque nativo. Su muerte prematura hace un año atrás, nos privó de conocerlo más y disfrutar su sabiduría, pero los amigos que lo quisieron editaron su libro póstumo, una obra de fundamental importancia para conocer la flora de la provincia de entre Ríos.
“Si seres como  Juan  de Dios Muñoz hubiesen sido comprendidos en el nacimiento de la década del 90, provincias como la de Entre Ríos tendrían otro modelo productivo  o  un  claro  camino  de  transición  hacia  la sustentabilidad económica, ecológica y por lo tanto social y política”,  comentó  el  profesional  Jorge Daneri, de la fundación M´Biguá.“Cuando  Juan  en  los  primeros  años  del  90 denunciaba el proceso de cambio climático y sus impactos en los ecosistemas y la producción, era un loquito. Resulta que fue un  visionario  y los loquitos fueron los que han llevado las cosas al estado casi límite e irreversible en el que hoy se encuentran nuestras cuencas y sus territorios casi en una situación escandalosa, donde el Mercado y Monsanto son los que gobiernan”, concluyó Daneri.
 “Yo no conozco monte sin valor, todo tiene valor. Y no vamos  a  pensar en monte sin  degradar  porque todo en Entre  Ríos  está  degradado,  pero se  puede  recuperar”, decía Muñoz. “Acabo de ver suelos que ya no son suelo sino talco. En Entre Ríos tenemos la erosión más tremenda del país y suelos muy difíciles de manejar; si le sacamos el monte lo destruimos…Hace unos años íbamos de Paraná a La Paz y era puro monte, ahora ya está la provincia pelada”.
“El algarrobo, aparte de ser un prócer desde el punto de vista histórico y tradicional, (decía Juan de Dios) cumple una función ecológica de primer orden. La naturaleza lo puso aquí para expresar una madurez necesaria. El árbol debe estar para proteger este tipo de hábitat por la gran cantidad de nitrógeno que aportan las hojas que caen... La protección del suelo del lavado de las lluvias y la gran cantidad de biodiversidad que albergan estas especies típicas de aquí, del Espinal... Si corto estos árboles voy a modificar el régimen de las aguas superficiales y subterráneas; se modifica la cantidad y la calidad de las aguas y el régimen hídrico de los ríos y arroyos”, sostenía el especialista. “La Argentina es un país extraordinariamente  talado.  Desde  la  primera  guerra mundial  hasta  ahora  se  han  talado  70  millones  de hectáreas. En la escuela nos enseñan que la Argentina es un vergel, y es todo lo contrario: es semidesértica o desértica en un 75 por ciento de su superficie. La gente no tiene  conciencia  plena  probablemente  del  vergel  que  es Entre Ríos, este lugar que yo quiero tanto”.
“Entre  Ríos  tiene  unas  dos  mil  especies  nativas  o naturalizadas  en  esta  provincia,  de  las  cuales  76  son endémicas de la Argentina. Y  de  esas,  26  son  endémicas exclusivamente de Entre Ríos, que sólo viven en nuestra provincia”.
“En 1997 había casi 2.000.000 de hectáreas de bosques y en 2003 contamos sólo con 1.360.000. Mire lo que bajó en esos poquitos años. Y la tala ha seguido intensificándose”.
“Más que de contaminación tendríamos que hablar de depredación. Esto sí es una cosa atroz… la extinción de los bienes naturales que antes se llamaban recursos renovables y que en este momento dejan de serlo porque se extinguen diariamente plantas y animales. Y algo  que se extinguió  ya  no se  recupera más. (expresaba Muñoz).  Aquí en Entre  Ríos  de  la  flora  nativa,  respecto  a  bosques,  va quedando muy poco. Se habla ya de un cinco por ciento de la selva de Montiel, un diez por ciento los más optimistas, no sólo de la parte arbórea, sino también de la parte de praderas naturales que son grandes captadores de carbono y una fuente impresionante de riqueza, tanto para la ganadería como para mantener la biodiversidad”.
Nosotros debemos hacernos conscientes de la importancia fundamental que tienen el árbol y el bosque en el ambiente, desde lo ecológico lo natural y la biodiversidad, desde lo histórico cultural, desde lo social simbólico de los pueblos.