jueves, 3 de noviembre de 2011

TIERRA QUE ANDA 8: BOSQUE NATIVO

El Corralito

Algunos crecen rápido, el primer año de vida se cubren de flores y dispersan su simiente agotando pronto su vitalidad. Otros lo hacen lento, fortalecen tronco y raíces y recién maduros fructifican, como ancianos sabios cuyas palabras llevan todo el peso de la experiencia.
Algunos tienen flores vistosas que se llenan de abejas y mariposas. Otros con flores ocultas, invisibles, como guardando con pudor su más preciado tesoro.
Algunos crecen solos, únicos, imponentes en medio de un descampado, como mojón señero que invita a entrar bajo su sombra. Otros sólo crecen en montonera de ramaje costero, en unión de fuerzas protectora de su territorio impenetrable.
Algunos se llenan de ramas y hojas que cobijan pájaros y nidos. Otros, desvestidos, dejan que el sol caliente la tierra sobre sus raíces.
Unos, robustos, permanecen erguidos ante el vendaval. Otros, flexibles, permiten que sus ramas se adapten a los vientos sin que sus raíces cedan.
Unos con hojas permanentes siguen produciendo aún en el invierno más crudo. Otros se toman su merecido descanso y tienden periódicamente sus hojas al suelo para que lo fertilicen y puedan así reciclar su propia materia.
El árbol.
Si queremos hablar de sustentabilidad, no podemos dejar de hablar de él, el árbol y su  comunidad, el bosque nativo.
Juan de Dios Muñoz fue quizás el botánico más importante de la provincia de Entre Ríos y unos más importantes de la Argentina a nivel internacional. Él sostenía con pasión: no hay posibilidad de que el hombre subsista sin el bosque nativo. Su muerte prematura hace un año atrás, nos privó de conocerlo más y disfrutar su sabiduría, pero los amigos que lo quisieron editaron su libro póstumo, una obra de fundamental importancia para conocer la flora de la provincia de entre Ríos.
“Si seres como  Juan  de Dios Muñoz hubiesen sido comprendidos en el nacimiento de la década del 90, provincias como la de Entre Ríos tendrían otro modelo productivo  o  un  claro  camino  de  transición  hacia  la sustentabilidad económica, ecológica y por lo tanto social y política”,  comentó  el  profesional  Jorge Daneri, de la fundación M´Biguá.“Cuando  Juan  en  los  primeros  años  del  90 denunciaba el proceso de cambio climático y sus impactos en los ecosistemas y la producción, era un loquito. Resulta que fue un  visionario  y los loquitos fueron los que han llevado las cosas al estado casi límite e irreversible en el que hoy se encuentran nuestras cuencas y sus territorios casi en una situación escandalosa, donde el Mercado y Monsanto son los que gobiernan”, concluyó Daneri.
 “Yo no conozco monte sin valor, todo tiene valor. Y no vamos  a  pensar en monte sin  degradar  porque todo en Entre  Ríos  está  degradado,  pero se  puede  recuperar”, decía Muñoz. “Acabo de ver suelos que ya no son suelo sino talco. En Entre Ríos tenemos la erosión más tremenda del país y suelos muy difíciles de manejar; si le sacamos el monte lo destruimos…Hace unos años íbamos de Paraná a La Paz y era puro monte, ahora ya está la provincia pelada”.
“El algarrobo, aparte de ser un prócer desde el punto de vista histórico y tradicional, (decía Juan de Dios) cumple una función ecológica de primer orden. La naturaleza lo puso aquí para expresar una madurez necesaria. El árbol debe estar para proteger este tipo de hábitat por la gran cantidad de nitrógeno que aportan las hojas que caen... La protección del suelo del lavado de las lluvias y la gran cantidad de biodiversidad que albergan estas especies típicas de aquí, del Espinal... Si corto estos árboles voy a modificar el régimen de las aguas superficiales y subterráneas; se modifica la cantidad y la calidad de las aguas y el régimen hídrico de los ríos y arroyos”, sostenía el especialista. “La Argentina es un país extraordinariamente  talado.  Desde  la  primera  guerra mundial  hasta  ahora  se  han  talado  70  millones  de hectáreas. En la escuela nos enseñan que la Argentina es un vergel, y es todo lo contrario: es semidesértica o desértica en un 75 por ciento de su superficie. La gente no tiene  conciencia  plena  probablemente  del  vergel  que  es Entre Ríos, este lugar que yo quiero tanto”.
“Entre  Ríos  tiene  unas  dos  mil  especies  nativas  o naturalizadas  en  esta  provincia,  de  las  cuales  76  son endémicas de la Argentina. Y  de  esas,  26  son  endémicas exclusivamente de Entre Ríos, que sólo viven en nuestra provincia”.
“En 1997 había casi 2.000.000 de hectáreas de bosques y en 2003 contamos sólo con 1.360.000. Mire lo que bajó en esos poquitos años. Y la tala ha seguido intensificándose”.
“Más que de contaminación tendríamos que hablar de depredación. Esto sí es una cosa atroz… la extinción de los bienes naturales que antes se llamaban recursos renovables y que en este momento dejan de serlo porque se extinguen diariamente plantas y animales. Y algo  que se extinguió  ya  no se  recupera más. (expresaba Muñoz).  Aquí en Entre  Ríos  de  la  flora  nativa,  respecto  a  bosques,  va quedando muy poco. Se habla ya de un cinco por ciento de la selva de Montiel, un diez por ciento los más optimistas, no sólo de la parte arbórea, sino también de la parte de praderas naturales que son grandes captadores de carbono y una fuente impresionante de riqueza, tanto para la ganadería como para mantener la biodiversidad”.
Nosotros debemos hacernos conscientes de la importancia fundamental que tienen el árbol y el bosque en el ambiente, desde lo ecológico lo natural y la biodiversidad, desde lo histórico cultural, desde lo social simbólico de los pueblos. 

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