miércoles, 22 de abril de 2009

lunes, 20 de abril de 2009

El maíz y la vida en la siembra

Proponemos la lectura de este interesante artículo de la Revista Biodiversidad, sustento y culturas N° 59 - Cuadernillo
Exponemos algunos párrafos pero recomendamos el artículo completo en http://www.grain.org/biodiversidad/?id=426

Uno de los rasgos más antiguos de los pueblos originarios es que nuestra vida es la siembra. Ser campesinos no es una actividad más. Toda nuestra visión milenaria y nuestra manera de relacionarnos con el mundo viene de ahí.
Ser sembradores, desde siempre, producir nuestros propios alimentos, cuidando de la familia y la comunidad, nos hace ver el trabajo, las relaciones sociales, el espacio y el tiempo, de un modo particular. Los campesinos valoramos lo comunitario y en colectivo nos relacionamos con la tierra...
El maíz no es una cosa, ni sólo una mercancía o un cultivo: el maíz es un tejido de relaciones. Se originó hace unos 10 mil años de la crianza mutua, de la conversación entre pueblos originarios de Mesoamérica y algunos pastos que, con el cultivo, se fueron haciendo al modo humano. Poco a poco aprendimos que el maíz es comunidad con el frijol, la calabaza, el chile y otras plantas, algunas medicinales. A esa convivencia los pueblos de México le decimos milpa y en otros lugares le dicen chacra...
Despojados de vastas extensiones de nuestro territorio ancestral los pueblos indígenas seguimos sembrando maíz en las laderas y en las terrazas, a veces en condiciones muy difíciles. El maíz lo ha resistido todo.
Las grandes empresas y los gobiernos decidieron que quienes sembramos maíz nativo —con tantos saberes que le dan vida— debíamos irnos del campo pues sólo producíamos para la comunidad sin entrar al mercado. Quieren que la gente que sembramos nos vayamos a la ciudad a las fábricas o a las grandes empresas agrícolas a trabajar semi esclavizados, y así poder quedarse con nuestro territorio y con todas las riquezas que ahí se encuentran.
Desde los años cincuenta, los gobiernos y las empresas, cómplices, engancharon a los campesinos a comprar semillas llamadas híbridas, que al principio rendían más pero después sólo con mucho fertilizantes y plaguicidas industriales apenas muy poco. Los suelos se erosionaron y se hicieron dependientes de esas drogas, que muchos compran año con año para que los terrenos rindan...

martes, 14 de abril de 2009

El tóxico de los campos

EXCLUSIVO: UNA INVESTIGACIóN DEL CONICET CONFIRMó EL EFECTO PERJUDICIAL DEL GLIFOSATO
Por Darío Aranda
El agrotóxico básico de la industria sojera produce malformaciones neuronales, intestinales y cardíacas, aún en dosis muy inferiores a las utilizadas en agricultura. El estudio, realizado en embriones, es el primero en su tipo y refuta la supuesta inocuidad del herbicida.
Podemos leer la nota completa en
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/index-2009-04-13.html