sábado, 27 de septiembre de 2014

Repudian las patentes sobre semillas y llaman a la resistencia

GACETILLA DE PRENSA

Repudian las patentes sobre
semillas y llaman a la resistencia

En otra jornada de lucha mundial contra Monsanto y el sistema de los agronegocios con transgénicos y agrotóxicos, organizaciones sociales del litoral firmaron hoy 25 de setiembre de 2014 una declaración titulada “La patente sobre semillas es ilegítima, los pueblos deben resistencia al tirano”.
Con la firma de las agrupaciones Junta Abya Yala por los Pueblos Libres y Programa de Extensión "Por una nueva economía, humana y sustentable" de la Carrera de Comunicación Social, UNER, el documento repudia las patentes sobre las semillas y sostiene que son “una declaración de guerra del capital a los pueblos y a la libertad”.
A continuación, el documento completo firmado en Paraná, que termina con la consigna “Muera Monsanto”.

DOCUMENTO DE ORGANIZACIONES SOCIALES DEL LITORAL

La patente sobre semillas es ilegítima,
los pueblos deben resistencia al tirano

Frente a la nueva arremetida de las multinacionales para profundizar el ordenamiento de la producción de alimentos de acuerdo a sus mezquinos intereses, ratificamos que toda patente sobre semillas es una violación, y que los pueblos tienen derecho a la resistencia frente a una pretendida apropiación.
Hemos sido atropellados por el capital financiero mundial, las multinacionales y sus socios y seguidores en el país. Cada día queda menos margen para la vida comunitaria en armonía, y ese es el resultado de un sistema que tiene como paradigma a Monsanto y sus socios. Un sistema enemigo de la vida que ya está instalado, y que los gobiernos deben revertir, jamás acentuar como lo están haciendo.
Estamos ante nuevas maneras de extender el colonialismo con la reducción de las mayorías a la servidumbre, el desprecio de la biodiversidad, el retaceo de semillas y la aplicación de la usura patentando la vida, luego de introducir cambios genéticos con una soberbia que es propia de los patrones del régimen.
Como respuesta, las organizaciones sociales nos vemos en la obligación de estudiar para tomar conciencia. El conocimiento y la amistad de los pueblos son nuestras fuentes.
De allí derivarán los planes para la independencia, y esa independencia exige la expulsión del capital financiero, la erradicación de la usura.
Cualquier persona que siembre tiene derecho a usar semillas de su producción, intercambiarlas, regalarlas, y a cultivar sin riesgos de que los transgénicos modifiquen los ciclos biológicos y contaminen la naturaleza.
Este sistema implantado con el solo interés del lucro es el fruto de la modernidad esclavizadora, genocida. Nosotros somos hoy los indios, los negros, los gauchos, la barbarie. Las multinacionales, los estados que las apañan y sus socios vernáculos traen zozobra y muerte, en las antípodas de José Artigas que devolvió tierra y dignidad a los indios, los negros, los gauchos, esperanzas a los que el régimen llama barbarie.
El genocidio del Abya Yala sigue vigente por distintos medios. Hoy se expresa en los transgénicos y el riego con cocteles de químicos que atentan contra la salud, ante la mirada cómplice de empresarios, políticos y profesionales ligados al negocio.
Sufrimos un éxodo lacerante, y el capital llega en el siglo XXI a devorar lo poco que va quedando tras cinco siglos de saqueos.
Los legisladores no están autorizados por los pueblos a acompañar los desmanes del gran capital, las patentes sobre las semillas no tienen licencia social, y las leyes contra la vida demuestran que los legisladores no representan hoy más que sus intereses y los de sus opulentos socios del sistema.
Hace casi dos años firmamos con numerosas organizaciones del litoral argentino un documento en defensa del maíz y la vida. Allí declaramos al maíz (Zea mays) semilla venerable e inviolable de Abya Yala y el planeta, alimento sustancial de la especie humana, y advertimos que desconocemos toda patente privada o propiedad intelectual sobre la semilla o la planta del maíz. Repudiamos las patentes. A las semillas no las fabrican los ricos, son de la naturaleza, y hay miles de años de trabajo e ingenio humano puestos en algunos cultivos. No estamos dispuestos a entregar la soberanía. Nadie, absolutamente nadie es propietario de la genética de una semilla.
Focalizamos un cultivo milenario, símbolo entre los alimentos del Abya Yala, pero hicimos extensivas nuestras prevenciones por todas las especies.
En estos días de setiembre de 2014 acompañamos otro documento, junto a entidades hermanas,  titulado “no nos patenten la vida”. Allí sostenemos que no hay nada que negociar con la invasión colonial, no hay coexistencia posible.
La producción a gran escala con químicos y transgénicos, el patentamiento de semillas y las exigencias de regalías a los que sembramos son las armas de un ataque neocolonial que no da lugar a la vida familiar, a las chacras, a la producción orgánica de los campesinos, a los conocimientos milenarios, a la alimentación sana.
Las patentes sobre las semillas son una declaración de guerra del capital a los pueblos y a la libertad. Tomamos nota. Detrás de estos proyectos para apropiarse de la vida hay un tirano que se llama capital financiero. Los legisladores están obligados a actuar contra ese tirano y contra todo avasallamiento.
Nuestros reclamos deben ser entendidos como reafirmación de la libertad de las semillas, del derecho a cultivar la tierra. Somos muchos los que abrimos los ojos ante la prepotencia de los imperialismos que se disputan nuestro suelo, y de la metrópolis unitaria mitre-roquista.
Ante el despotismo rescatamos  como arma invencible la sensatez de nuestras luchas.
La tierra no es del hombre, el hombre es de la tierra. No hay derecho legítimo a romper, llevados de ilusiones pasajeras, nuestra honda pertenencia al paisaje y nuestra solidaridad con los pueblos y demás seres vivos de mañana, en todas las latitudes.
La unidad de los pueblos del Abya Yala y el mundo nos hará libres.
Como cada día 25 decimos con miles en el mundo ¡muera Monsanto!

Paraná, 25 de setiembre de 2014.-
Junta Abya Yala por los Pueblos Libres –JAPL-.
Programa de Extensión "Por una nueva economía, humana y sustentable" de la Carrera de Comunicación Social, UNER.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Pensando en Larroque 13

Como estaba planeado, el jueves 25 de setiembre nos encontramos en el Pensando en Larroque Nro. 13, con el Profesor Oscar Viale y un muy buen grupo de amigos de Mingaché. Ya compartiremos los comentarios de la misma.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Nos publican medios locales

Gracias SurEr
http://www.surer.com.ar/web/nota-431-encuentro_pensando_en_larroque_con_tirso_fiorotto

Gracias Portal Larroque
http://portallarroque.com.ar/2014/09/14/mingache-ecos-de-la-ultima-y-fructifera-reunion-del-grupo/

jueves, 11 de septiembre de 2014

Pensando en Larroque 12

Días atrás realizamos el 12do encuentro de este ciclo “Pensando en Larroque”, que ya va llegando a su fin.
En este caso contamos con la participación de Daniel Tirso Fiorotto, licenciado en Comunicación, periodista del diario Uno, colaborador de Análisis y otros medios, esposo y padre de familia, oriundo de estos pagos y residente actual en Paraná, miembro fundador y presidente del Centro de Estudios “Junta Abya Yala por los Pueblos Libres” y amigo de Mingaché entre muchos otros datos de un frondoso currículo, pero sobre todo un lúcido pensador de las cosas que nos pasan a los habitantes de Nuestra América en general y a los entrerrianos en particular, un incansable divulgador de las verdades históricas, actuales y ambientales, generador de ideas superadoras para la comunidad y denunciante crítico del establishment corporativo.
Como viene ocurriendo en cada uno de los encuentros, nuestro visitante nos mostrará a Larroque desde un punto de vista marcadamente diferente al de los demás disertantes, en un apreciable aporte a la diversidad a la vez que a la búsqueda de “lo comunitario”.
Comienza invitándonos a no encerrarnos en localismos, “nuestras ciudades no se explican solas” nos dice, “es un defecto que tenemos, en todos lados, el pensar que podemos explicar todo ‘entre bulevares’.”
Si hiciéramos una encuesta en Paraná, o en Larroque, nombrando 50 problemas que nos preocupen, encontraríamos que son los mismos que en la mayoría de nuestras ciudades; sin embargo pocos hablarían de los asuntos realmente importantes como el capitalismo por ejemplo o el federalismo, que inciden sobre el resto.
La ciudad tiene singularidades, matices que le dan vida propia pero no identidad suficiente para explicarse aislada del contexto.
Soy de la tierra de Juan L. Ortiz, de Andrade; los problemas de Gualeguaychú son los de Larroque, los de Larroque son los de Gualeguay; la misma Entre Ríos, provincia empobrecida que tal vez un día vuelva a ser autónoma, no se explica a sí misma sin santa Fe, sin Corrientes, sin la Banda Oriental.
En el contexto histórico pasa lo mismo, Larroque no nació hace 100, tenemos 13000 años aquí, en los que se han encontrado vestigios de seres humanos.
La nuestra es una comunidad criolla y canaria, profundamente oriental, y con afluencias de otras nacionalidades. En nuestros rostros está el charrúa, el gaucho que luchó por el federalismo que hoy es letra muerta de la Constitución.
Es cierto que el ferrocarril fue una herramienta extraordinaria, pero no nacimos con él. Tenemos abuelos canarios, criollos, africanos, charrúas, chanás, guaraníes, abuelos que habitaron este suelo mucho tiempo antes de la llegada del tren, no podemos limitarnos.
Lo mismo en lo económico… la clase media no puede creer que ella es la identidad, sería un grave error… “En la escuela, conmigo, empezamos 50 compañeros diversos, y terminamos en el secundario casi sólo los gringos”… y a veces creemos que es por mérito nuestro, sin darnos cuenta que es culpa de un régimen discriminador, eurocentrado.
Somos producto de una tremenda injusticia que seguimos reproduciendo de generación en generación y la naturalizamos, una mentira inventada por Europa que nos cuesta quitarnos de encima.
Debemos ver a Larroque en su contexto: Entre Ríos, la Liga de los Pueblos Libres, el litoral, el Abya Yala. La Argentina ha tenido y sigue teniendo su mirada puesta en Europa, mucho más que los demás pueblos de la región y eso nos hace poco queridos en el continente… una deformación de siglos nos hace ver como extranjeros a orientales, paraguayos, bolivianos… Pero la unidad no está en el idioma solamente, la unidad del Abya Yala no la produce la colonización europea, esa invasión; está en las culturas ancestrales, en las formas solidarias de vida, en el respeto por el ambiente, la armonía en el paisaje.
Habla de términos como sumak kawsay (vivir bien), jopói (mano abierta mutuamente).El invasor trajo el individualismo, el capitalismo, la ganancia, la competencia. Con la invasión llegan el capitalismo y la esclavitud. Borraron las culturas y se adueñaron de la tierra. Sin embargo, hay finas raíces que no lograron cortar del todo, que podemos recuperar.

“¡Ay de los que juntan casa con casa y heredad tras heredad…! ¿Habitarán solos la tierra?” cita de memoria los Ayes contra los impíos del Libro de Isaías…. pero, agrega, en la Argentina, y principalmente en Entre Ríos, los latifundistas acumulan tierras pero no viven aquí… Nuestra provincia es la más expulsora de sus habitantes, afirma, comparando censos y cifras relativas a crecimiento demográfico en la Argentina.
Algunos servicios no ayudan mucho para la comprensión, el periodismo, por caso, muy dependiente del capital porque se sostiene con propaganda, nos hace naturalizar la expulsión; así es que el destierro no nos hiere el corazón… siempre encontramos una excusa para acusar al expulsado…. pero la realidad es que la estructura económica destierra a 40 personas por día.
Olvidamos a los que se van, eso nos pasa a muchos, aceptamos este flagelo como normal. El latifundio es una rémora que expulsa a sus hijos… cita a Arturo Capdevilla. “La tierra en que se nace no es una madre, es una novia, y está pidiendo desposorio. Más en donde la tierra yace en la esclavitud estas nupcias con el trabajo son imposibles; la tierra espléndida se queda triste y el novio magnífico se va”.
No podemos explicar Larroque si no aceptamos que Larroque es una zona, un pueblo que expulsa a sus hijos, un pueblo que hoy debería tener 15000 habitantes (si hubiera seguido la media nacional) y tiene poco más de 6000.
Hay que verlo en su zona, en la provincia, en el departamento.
El desarraigo hace que se pierdan tejidos de conocimientos, conocimientos que venían de antiguo, modos de vida, modos de relación (además de la técnica).
Muchos fueron expulsados afuera del territorio, otros viven también desarraigados en barrios marginales de las grandes ciudades, sin expectativas, sin trabajo, cuando la tierra está deshabitada, y sus dueños son terratenientes, multinacionales… el capital financiero con los pooles. Nosotros somos sus siervos.
Larroque no logra tomar conciencia de la gravedad de la expulsión por la llegada del campesino de los alrededores.
No debemos creer el cuento europeo de la propiedad absoluta que destruye el paisaje y expulsa al hombre.
Mi visión no es catastrófica, aclara, pero creo que debemos sentarnos a pensar qué carajo hemos hecho con nuestra región. Nos peleamos por diferencias partidarias menores sin descubrir lo que permanece… y lo que permanece es Monsanto, Wallmart… muchos políticos son sólo sus gerentes. El que manda es el capital financiero que compite en completa desigualdad.
Debemos tomar conciencia de que no hay lugar para la convivencia con el capital financiero… ellos o nosotros… porque ya nos declararon “zona de sacrificio”. Los capitales: Monsanto, Syngenta, Wallmart, Cargill…. arreglan y nos expulsan… No quedan ya ni las taperas porque las entierran.
Con mi padre vivíamos en el campo, mi padre guardaba una semilla para la siembra del próximo año; hoy, 30 años después no queda nadie, los caminos son intransitables (nada de esto es casualidad), la semilla que se guarda no sirve y hay que comprar otra (y encima la quieren patentar, le introducen cambios genéticos para hacernos dependientes). A las tierras de Entre Ríos las compran otros, pero no el campesino; evidentemente molestamos y se ha abierto el gallinero a los zorros.
Cristina (la Presidente Fernández) puede ser una ricachona soberbia, pero no es nada comparada por ejemplo con los hermanos Walton… Y a Wallmart lo trajeron los radicales y lo expandieron los peronistas. Aquí se explaya sobre el parasitismo de las multinacionales.
Al tiempo que señala condiciones propias de los larroqueños vinculadas al deporte, la  música y otras artes, apunta que el poder político de Larroque también en algunos casos se muestra como medio corrupto y medio sojero… pero es que la soja vino a fijar un modelo corrupto.
Tenemos que buscar soluciones pero no podemos hacerlo si no descubrimos nuestra identidad. No puede seguir pasando que por aceptar eso de la ganancia como motor de la economía, destruyamos todo.
Somos víctimas de la propaganda, de la promoción expresa, pero también de la escuela y la familia y la iglesia… Todas estructuras que naturalizan un sistema oprobioso.
Estamos metidos en una red con la que colaboramos consumiendo, con consumos suntuarios… pero tiene que haber algo en nosotros que nos permita responder, tomar conciencia.
El antropocentrismo importado de Europa nos lleva a la ruina, somos reyes y nos tomamos las atribuciones, destruimos el monte, la biodiversidad, los humedales el suelo, las comunidades… Pero en el Abya Yala había otras costumbres, otro modo de interpretar la realidad: no era necesario acumular porque el otro siempre podía auxiliarme… vivir bien no era (no es) vivir mejor que el otro sino con el otro... el hombre en armonía con el entorno, no por encima, pidiendo permiso.
Vivimos en una región guaranítica que pudo llamarse Paraguay o Uruguay… por Rocamora se llama Entre Ríos (un bonito nombre) pero nuestros pueblos tienen nombres impuestos, extranjeros y en algunos casos inaceptables (como Los Conquistadores). El nombre impuesto suma al desarraigo. No recordamos nombres de aquellos que resistieron durante trescientos años la invasión, al genocidio. Aún si no nos quedaran alternativas a la servidumbre, debemos ser conscientes de ello.
Debemos recuperar los conocimientos que quedan, nos dice con entusiasmo, rescatar el arte, el folclore, la tradición con su sentido profundo de sabiduría… la gauchada… el mate, que genera un ámbito de conocimiento, de amistad, de reunión, donde no se puede macanear porque estamos respirando el mismo aliento de nuestros antepasados, el mate que trasciende las fronteras ficticias creadas por la oligarquía, pero también las fronteras del tiempo.

A partir de aquí la reunión se abre al aporte de anécdotas de los participantes, se sirven algunas delicias caseras y de las otras y el diálogo transcurre por diversos temas que obviaremos por razones de espacio.

Finalizamos con guitarreada incluida cerca de las tres de la mañana.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

NO NOS PATENTEN LA VIDA

Si deseas adherir a la campaña envia mail a
semillabiencomun@gmail.com
https://www.facebook.com/pages/No-nos-Patenten-la-Vida/332648286893101

Documento colectivo:

NO NOS PATENTEN LA VIDA
Campaña contra la privatización de las semillas en Argentina

Una nueva amenaza de las corporaciones agro-biotecnológicas se cierne ante la sociedad: la modificación de la legislación vigente en materia de semillas. Se trata de un anteproyecto para la reforma de la Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas (Ley N° 20.247/1973) que está siendo impulsado por intereses concentrados del agronegocio. Su versión preliminar ya estaría en manos del Poder Ejecutivo para su última revisión, a la espera de ser enviado al Congreso Nacional para su tratamiento.
En un contexto mundial marcado por un fuerte embate del neoliberalismo -que incide sobre la producción y el comercio global de alimentos (transformados en commodities)-, la expansión del extractivismo agrario, el aflojamiento de controles ambientales y la desaparición de pequeños agricultores, componen una ofensiva corporativa estratégica que aquí denunciamos. Las modificaciones en la ley de semillas forman parte de este conjunto de políticas.
Diversas estrategias tendientes al patentamiento de las semillas han sido ensayadas a lo largo y a lo ancho de América Latina y el Caribe. Tales iniciativas, promovidas en los últimos años por los gobiernos de turno y corporaciones transnacionales como Monsanto, fracasaron en muchos casos gracias al accionar de las resistencias sociales.
A pesar de la crisis económica y del cambio climático, el modelo sojero -paradigma del extractivismo agrario- continúa profundizándose en nuestro país. La devaluación del peso argentino impulsada por el Gobierno nacional a principios de este año permitió que el complejo agroexportador volviera a obtener ganancias exorbitantes. Los productores sojeros celebraron que la superficie sembrada con soja transgénica superara, por primera vez en la historia, las 20 millones de hectáreas. En tanto, las corporaciones del agronegocio y sus socios especulan con una nueva devaluación para su beneficio; hecho que se explicaría en buena medida por la crisis financiera internacional, la actual brecha cambiaria y el proceso inflacionario que incide sobre los ingresos de los sectores populares.
Mientras este paradigma avanza, las funestas consecuencias sociales y ecológicas de los agronegocios también se profundizan. El llamado “crecimiento económico” celebrado por el gobierno y las corporaciones, representa la “expresión amable” de un modelo agro-minero-exportador basado en el sacrificio de los pueblos, el despojo de sus territorios y la devastación de la naturaleza. Para corroborarlo, basta con destacar que durante los últimos años la expansión de la frontera agrícola devastó más de 2,5 millones de hectáreas de bosques nativos; las fumigaciones masivas con agrotóxicos, asociadas con gravísimos problemas sanitarios en la población (tales como cánceres y malformaciones), superaron la barrera de los 300 millones de litros anuales; el agotamiento de los suelos y sus nutrientes continúa agudizándose como consecuencia del monocultivo y la siembra directa con su paquete tecnológico (glifosato). Todo ello conduce al
desplazamiento compulsivo de las poblaciones, consecuencia de la ampliación de la frontera agrícola que continúa desestructurando economías regionales, destruyendo culturas ancestrales y desarraigando formas de vida comunitaria, obligando a millones de personas a migrar hacia las ciudades en busca de sustento para sus familias, lugares en los que pasan a engrosar los cordones periurbanos de hacinamiento y de miseria.
A pesar de semejante escenario, los cuestionamientos existentes y la evidencia de sus impactos negativos, el gobierno nacional apuesta al afianzamiento del modelo de los agronegocios, con la anuencia de gran parte de la oposición. Así, la institucionalización progresiva del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020 (PEAA 2020) diseñado por el Ministerio de Agricultura, cuyo objetivo fundamental consiste en alcanzar una producción de 160 millones de toneladas de granos (fundamentalmente soja) en un plazo de seis (6) años, supone un incremento brutal de la superficie cultivada, que pasaría de las actuales 34 millones de has. a las 42 millones de has. Las implicancias de una expansión de tales magnitudes redundarían en el agravamiento de las actuales consecuencias socio-ambientales derivadas de un sistema productivo que se inscribe dentro de los modelos extractivistas imperantes en América Latina.
Otros datos dan cuenta de la orientación asumida por el gobierno nacional en aras de profundizar el modelo de los agronegocios: Desde la aprobación de la soja RR en el año 1996 hasta la fecha, el Estado -a través de la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA)- emitió autorizaciones comerciales para 30 eventos transgénicos (en soja, maíz y algodón) y tuvo como beneficiarios a corporaciones tales como Monsanto, Syngenta, Bayer, Dow AgroSciences, Pioneer, AgrEvo, Basf, Nidera, Novartis y Ciba-Geigy. Lo ilustrativo es que sobre el total de estos eventos transgénicos, 23 fueron aprobados entre 2003 y 2014 por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y fue Monsanto el principal beneficiario del otorgamiento de dichas autorizaciones. Además, las aprobaciones se realizaron mediante simples resoluciones ministeriales, sin controles ni debates públicos y sin tener en cuenta el principio precautorio. Asimismo, las
evaluaciones sanitarias y ambientales de dichos eventos transgénicos se siguen efectuando en base a estudios proporcionados por las propias empresas.
En este contexto general, luego de aprobar las nuevas semillas transgénicas de soja y maíz desarrolladas por Monsanto, el gobierno nacional estaría buscando una reforma de la ley de semillas para favorecer a las corporaciones biotecnológicas en su objetivo de apoderarse por completo de la producción de los alimentos y del control de las cadenas alimentarias.
El anteproyecto para reformar la ley de semillas
El gobierno nacional y las corporaciones agro-biotecnológicas buscan armonizar criterios comunes en materia de semillas, patentamientos y cobro de regalías. De esta manera lograron condensar en un anteproyecto las expectativas de los intereses del agronegocio para reformar la antigua Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas, con el fin de adecuarla a los parámetros internacionales que regulan la protección de las obtenciones vegetales (semillas) conforme a los sistemas de propiedad intelectual.
En nuestro país contamos con dos sistemas de propiedad intelectual: 1) la protección de la propiedad de las creaciones vegetales mediante el Derecho del Obtentor (DOV) establecido en la actual ley de Semillas, y 2) el sistema de Patentes de Invención y Modelos de Utilidad (establecido por Ley 24.572). Esta última excluye expresamente el patentamiento de plantas.
Es importante destacar que los Derechos del Obtentor también se aplican para variedades que se descubren, dado que no exigen exclusivamente una invención. Conforme esta premisa, aquel que descubre o inventa una variedad puede tener derechos sobre la misma sin que el agricultor que la cultiva pierda su derecho al uso propio, es decir, la libertad de utilizar parte de su cosecha para una nueva siembra.
Esto cambiaría sustancialmente en caso de adoptarse el sistema de patentes tal y como lo establece, casi de modo encubierto, el anteproyecto para modificar la ley de semillas. El uso propio se vería seriamente restringido y además, actividades ancestrales como el libre almacenamiento, selección, reproducción, mejoramiento, preservación e intercambio de semillas provenientes de la cosecha, resultarían coartadas o, en el peor de los casos, criminalizadas. Por otra parte, el anteproyecto propone la creación de sistemas de registro y control (habilitando, por ejemplo, el intercambio de semillas sólo entre usuarios registrados ante el Estado) así como la configuración de un sistema de penalización para aquéllos que no se adecuen a las exigencias establecidas. Asimismo, se propone el apuntalamiento de un poder de policía para facilitar el decomiso de semillas, suspensiones, inhabilitaciones, etc. Además, se anularía la posibilidad de que otros
obtentores puedan reproducir nuevas variedades vegetales.
Cabe destacar que las políticas de patentamiento forman parte de las prioridades del gobierno nacional en materia productiva, lo que explica que varios órganos estatales hayan estado promoviendo, en los últimos años, iniciativas de apropiación y privatización de saberes y semillas. Un ejemplo de esto es que las asociaciones de carácter prebendario entre empresas agro-biotecnológicas y organismos del Estado hayan llegado a desarrollar patentamientos propios. Tal es el caso de la soja HB4 resistente a la sequía, un desarrollo conjunto entre el CONICET, la Universidad Nacional del Litoral y Bioceres, esta última una empresa agro-biotecnológica en cuyo directorio se encuentran Víctor Trucco y Gustavo Grobocopatel, dos de los responsables del despliegue del modelo sojero en la Argentina. Dicho evento transgénico, declarado de interés estratégico por el Senado de la Nación y cuyo lanzamiento está previsto para el año 2015, será un negocio de
propiedad intelectual a partir del cobro de regalías compartidas.
Frente a estos escenarios es importante recordar que históricamente, desde que se inventó la agricultura hace diez mil años, los productores agropecuarios reproducen su propia semilla y, en algunos casos, tienden a experimentar formas de mejoramiento genético mediante los cruces de las diversas semillas de una misma especie. Como consecuencia, surgió un consenso mundial para defender ese potencial del productor agropecuario y, por ende, su existencia como tal. En efecto, se impulsó la prerrogativa del productor de reproducir su semilla, estableciéndose que ésta debería ser considerada patrimonio de la humanidad. Antes de los años treinta, la mayor parte de los proveedores de la semilla comercial eran pequeñas empresas familiares. La investigación genética era realizada por las agencias de los Estados y otras instituciones tales como cooperativas. Las empresas semilleras tenían por finalidad primordial multiplicar y vender las variedades de
semillas desarrolladas en el dominio público.
En 1936 se establece en nuestro país la primera iniciativa para instituir una protección legal de las variedades de plantas. Ya en ese período en muchos países en desarrollo, más del 80% de las semillas requeridas por los agricultores era provisto por la semilla almacenada de la propia cosecha u obtenida por canales no oficiales. A partir de entonces surgió una legislación tendiente a restringir estas formas de provisión de la semilla e inducir a los productores a abastecerse año tras año en las semilleras privadas. De allí que en los últimos años, en especial a partir de la generación de los híbridos y los transgénicos, comienzan a tener una enorme primacía las grandes empresas semilleras transnacionales, que combinan su producción o difusión de la semilla con la de los agroquímicos producidos por ellos mismos.
La “coexistencia” del agronegocio y la agricultura familiar
Otra de las particularidades del anteproyecto tiene que ver con la propuesta de integrar los agronegocios y la pequeña agricultura territorializada (campesinos, indígenas, huerteros, minifundistas y otros pobladores del campo). De este modo, dos paradigmas, dos visiones del mundo antagónicas, dos modelos difícilmente compatibles desde el punto de vista social, cultural, territorial y ecológico, se amalgaman de manera espuria en el texto de la pretendida reforma.
El planteo de la convivencia/coexistencia de los agronegocios y la llamada “agricultura familiar” forma parte del discurso que el gobierno nacional y las empresas asumieron como nueva estrategia de legitimación del modelo agro-biotecnológico. Dicho planteo está presente de manera explícita en el anteproyecto para modificar la ley de semillas vigente, y su principal expresión consiste en la “excepción” de las obligaciones tributarias para con los denominados “agricultores familiares”, un concepto muy amplio con confusas referencias empíricas a actores muy diferentes, como “el chacarero” y “el trabajador sin tierra”. De cualquier modo en la ley aparece como una suerte de concesión del Estado tendiente a dotar la iniciativa de cierta “apariencia contemplativa” hacia quienes han sido hasta ahora, junto a los Pueblos Originarios, las principales víctimas de la expansión del agronegocio. Basta recordar los asesinatos
perpetrados por el Estado o por privados, en situaciones de arrinconamiento, para despojarlos de sus tierras.
La llamada “coexistencia” orientó a los principales actores a conformar una "Mesa de Diálogo" convocada por el Estado (a través de la cartera de Agricultura Familiar) que reunió a las corporaciones del agronegocio con algunas de las más importantes organizaciones campesinas (entre ellas, el Movimiento Nacional Campesino Indígena) y representantes de la Iglesia. Este encuentro fue resultado de un nuevo clima cultural y político que habilita, a través del diálogo (entre actores de muy distinta capacidad económica y poder político), el “consenso” y la “pacificación”. La historia está plagada de ejemplos que muestran la imposibilidad de estos encuentros pacificadores cuando lo que está en juego es la tierra y su “limitud”, las ganancias y abultadas rentas.
Estos nuevos humores culturales que circulan en el mundo de los agronegocios (y lamentablemente, en algunas organizaciones sociales) se expresan internacionalmente, y buscan integrar la agricultura de base campesina y de pequeños productores a las lógicas de los agronegocios. No es un hecho menor que la FAO haya declarado al presente año como el “Año de la Agricultura Familiar” y que, repentinamente, haya reconocido la “importancia de la agricultura campesina” en términos similares y afines a las lógicas de mercado. Esto se hizo más evidente todavía, con el entendimiento de cooperación suscripto por la Vía Campesina y la FAO en Roma (Octubre, 2013). Así, las necesidades de “responsabilidad social” y de “maquillaje verde” del capital concentrado de la agro-biotecnología, fueron satisfechas mediante entendimientos que hasta hace poco parecían imposibles. Los propios documentos de la Vía Campesina denunciaban a la FAO como un
organismo que actuaba monolíticamente junto al Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio en la ejecución de las medidas económicas necesarias para la expansión global de los agronegocios. Pareciera que todo ello forma parte del pasado.
Estos mandatos internacionales se articulan nacionalmente con nuevos roles asumidos por las instituciones que rodean la problemáticas: Universidades Públicas, Agencias Científicas, el INTA, etcétera.

A modo de conclusión
De aprobarse esta ley, no sólo estaríamos suturando un campo de disputas en relación con la agricultura, la alimentación y modos de vida, sino que marcaríamos un fracaso para América Latina, que está logrando parar esta iniciativa de privatización de la vida en muchos países.
En definitiva, el avance de la frontera sojera representa el correlato territorial de una ofensiva extractivista general a nivel local y latinoamericano. Así, la Argentina, con sus fuerzas políticas tradicionales como administradores de un modelo colonial, profundiza las actividades extractivas en todas sus variantes: continúa la devastación del corredor andino con la megaminería contaminante; la cementación urbana con fines de especulación inmobiliaria; se multiplican los monocultivos forestales y las papeleras y la industria pesquera sigue depredando nuestros mares. El gobierno nacional, además, a contramano de la necesidad imperiosa de construir una matriz energética alternativa -dadas las imprevisibles consecuencias del cambio climático- prioriza irresponsablemente, como respuesta a la crisis energética, la construcción de represas hidroeléctricas y nuevas centrales nucleares. Incluso profundiza la explotación de hidrocarburos no
convencionales o fracking, cuyo andamiaje legal y orientación estratégica fijara el acuerdo de YPF con la transnacional Chevron el año pasado.
Afortunadamente, no todo es desazón. A lo largo y a lo ancho del continente se multiplican las resistencias de los pueblos que optan por la dignidad de la vida y defienden nuestros territorios y bienes comunes de la depredación neocolonial del capitalismo. Las formidables resistencias de las asambleas cordilleranas contra las corporaciones megamineras; las campañas contra las fumigaciones; la resistencia indígena en defensa de sus territorios contra el avance sojero; el ejemplo mundial de las Madres de Ituzaingó, la Asamblea de Malvinas Argentinas y de las organizaciones sociales que impidieron la radicación de Monsanto en Córdoba; la irreductible lucha de la Asamblea de Gualeguaychú en contra de las papeleras transnacionales; la emergencia de nuevas voces en la academia que se inspiran en el legado de Andrés Carrasco para cuestionar un sistema científico colonizado por las corporaciones; la juventud que lucha por volver a la tierra para
construir una nueva ruralidad basada en el arraigo y recuperar la libertad de producir el propio alimento, nos siguen inspirando para continuar resistiendo a pesar de las adversidades, con la esperanza de edificar una nueva sociedad basada en la igualdad y profundamente identificada con la naturaleza.

Por lo tanto, frente a este cuadro de situación manifestamos:
- No a la privatización de las semillas. Las semillas son patrimonio de los pueblos del mundo, símbolos de saberes y culturas. La vida no se patenta.
- No al avance del agronegocio y en particular al anteproyecto para reformar la ley de semillas en todas sus versiones.
- No la tramposa operación política desmovilizadora que defiende la “coexistencia de la agricultura familiar con el agronegocio”.
- Nos pronunciamos por un modelo alternativo de país libre de agronegocios, megaminería, fracking, cementación urbana, energía nuclear, represas hidroeléctricas, depredación marítima, bosques artificiales y papeleras.
- Con transgénicos no hay Soberanía Alimentaria. Prohibición de la modificación genética de alimentos. Por el repoblamiento del territorio actualmente en manos del agronegocio, la recuperación de los ecosistemas y la producción de alimentos sanos para los pueblos.
- Por encima de cualquier ley estará siempre la responsabilidad de los pueblos para garantizar su Soberanía Alimentaria y la de las generaciones venideras.
Con espíritu amplio y diverso nos convocamos, junto a las personas, organizaciones sociales, ambientales, campesinas, sindicales, estudiantiles y políticas que compartan esta lucha para desplegar una intensa movilización y todas las acciones necesarias para impedir el avance del extractivismo capitalista en nuestro territorio. Nos declaramos en alerta y movilización autoconvocándonos al Congreso Nacional al momento de discutirse e intentar aprobarse este proyecto de Ley de Semillas.

Las adhesiones son recibidas en
semillabiencomun@gmail.com

lunes, 1 de septiembre de 2014

Nota Portal Larroque

Con motivo de unnuevo aniversario de la creación de Mingaché. Portal Larroque nos realizó este reportaje.
Muchas gracias por los saludos.

portallarroque.com.ar/2014/08/23/grupo-mingache-celebro-un-ano-mas-de-vida-y-de-compromiso-por-el-medio-ambiente/