miércoles, 14 de septiembre de 2016

SIN LICENCIA SOCIAL

Resistencia ciudadana por los
ríos Gualeguaychú y Gualeguay

En la cuna de la revolución, Gualeguay, debieran escuchar mejor a los vecinos, y lo mismo en Pueblo Belgrano que supo estimular la democracia deliberativa. El ambiente revela hoy nuestras flaquezas.


Si las autoridades de Pueblo Belgrano y Puerto Ruiz se hacen unos días para la poesía y la historia hallarán senderitos insospechados.
“Todo está como era entonces, la casa, la calle, el río”, dice Olegario Andrade en Gualeguaychú. Los vecinos lo toman muy en serio cuando advierten que el interés inmobiliario pone en riesgo ese tesoro que es el río.
Y les ocurre a los habitantes de Puerto Ruiz, la cuna de Juan L. Ortiz que ve a Entre Ríos “vestida de un silencio verde y feliz de campo, toda húmeda de una alegría de arroyos, con una cabellera densa de árboles libres”.
En el mismo lugar, industrias con caños al río. En el mismo lugar, crecientes que alzan basurales para decorar la fronda con bolsas de nylon, por nombrar lo más decente.
“Este paisaje es mi alma y será siempre mi alma”, dice Juanele, y no sabe de estas amenazas Siglo XXI.

Trabajo quiero trabajo

Pobladores de ciudades del sur entrerriano reclaman contra diversas obras que pueden afectar la salud ambiental y afirman que los proyectos sostenidos por intendentes no cuentan con licencia social. O, por lo menos, que las autoridades no se abren lo suficiente al dialogo fecundo.
En el barrio náutico proyectado en el río Gualeguaychú y el parque industrial habilitado esta semana en Puerto Ruiz junto al Gualeguay están los focos de un conflicto que se extiende.
La comunidad necesita una actividad económica. “Trabajo quiero trabajo”, canta Atahualpa Yupanqui, y él vivió a orillas del Gualeguay.
Las autoridades van por industrias y complejos inmobiliarios. Hace algunas décadas eso caía bien. Pero hoy también ponemos mayor énfasis en dos cosas: la conciencia ambiental, y la experiencia de los pueblos en cuanto a sus derechos, por ejemplo, a no dar licencia social si el emprendimiento es inconsulto o nocivo, o si incumple derechos precautorios.

Primeros patriotas

Esta situación actual contrasta con las expectativas del arte y con la historia de nuestras comunidades.
Corría el año 1810 y ya la zona entre Gualeguay, Larroque y Galarza daba a la América del Sur los primeros combatientes indios y criollos por la independencia (tras la resistencia charrúa de casi tres siglos).
Se llamaron Bartolomé Zapata, Juan Juan, Pata de Bola, Pedro el Cordobés, el Rubio Chileno, entre otros, como bien lo cuenta Humberto Vico.
Por eso el triángulo que forman Larroque, Galarza y Gualeguay es el país de la libertad con eje en el río que alguna vez se llamó Igüigüití, donde Yupanqui tuvo un rancho alguna vez.
Y allí arrasó también el ciclón de Francisco Ramírez contra una invasión porteña en 1817, unos dicen en las puntas del arroyo Ceballos, otros dicen más al norte, no importa el punto exacto.
Es el mismo sitio donde Tomás de Rocamora escribió al virrey que contuviera la ambición de los terratenientes, para que encontrara acomodo el pobre vecino.

Ambiente y progreso

A 200 años de aquellas manifestaciones de democracia popular, directa, encabezadas por Bartolo Zapata con las incipientes montoneras, los vecinos de hoy piden ser escuchados para que la gente encuentre un trabajo decente que le permita mantener las familias, y para que el río no se convierta en un basural.
Algo similar pasó en Fran Bentos, donde las autoridades pretendieron generar fuentes de empleo con una inversión multimillonaria, la pastera de UPM Botnia, y con la excusa del empleo quedaron muy pocos puestos de trabajo y muchos problemas ambientales y sociales, además de una matriz productiva a escala y una enemistad interminable.
Compatibilizar el trabajo decente con la economía sustentable, con el paisaje, con la armonía del humano en la naturaleza, el buen vivir: he ahí la complejidad de la política.
Las organizaciones ambientales de Gualeguay han encendido varias veces su luz de alarma. Días atrás leíamos la carta del ingeniero Carlos Weber, nacido en Larroque, que intenta un área protegida de usos múltiples junto a Puerto Ruiz, y que en vez de respuestas encuentra ordenanzas que consolidan industrias en lugares no adecuados.
La carta advierte sobre la situación de varias empresas contaminantes, y de proyectos para fábricas junto al río de Juanele, frente a la casa de Juanele.
Si el Paraná y el Uruguay están en problemas, qué decir del Gualeguay que suele tener una caudal muy menor en tiempos de seca.
Pero ¿qué es lo que pide Weber, muy conocido en Paraná por sus aportes en las asambleas ecológicas y en la defensa contra las erosiones, junto al pionero de la conservación Egidio Scotta?
Diálogo. Eso pide. ¿Es mucho?
“Hay otras formas de trabajar, de vivir sin olor, sin humo, sin matar el río, los peces, las nutrias, las vacas… vamos a pensarlo entre todos”, dice y nos hacemos eco de ese reclamo que suena a lamento.

En Pueblo Belgrano

Dice el estudioso Américo Schvartzman que su obra Deliberación o dependencia se inspiró en Pueblo Belgrano, al analizar el principio de “licencia social”.
Paradojas: hoy los vecinos de la zona le reclaman al intendente de Pueblo Belgrano que no haga oídos sordos con el tema de Amarras.
“Hasta 2007 esta pequeña localidad era jurisdicción municipal de la ciudad de Gualeguaychú… La lucha gualeguaychuense en contra de la instalación y funcionamiento de la fábrica de pasta de celulosa ubicada sobre la orilla oriental del río Uruguay, en la ciudad uruguaya de Fray Bentos, marcó la consolidación y crecimiento de una conciencia ambiental inédita en la zona, y en particular en Pueblo Belgrano donde se plasmó una novedad institucional que -hasta la edición de este libro- no se conoce en otro municipio de la Argentina”, dice Schvartzman.
Se trata de “la existencia de una ordenanza local sobre ‘licencia social’, que habilita de manera amplia ‘a los ciudadanos de Pueblo Belgrano una herramienta válida que les permita incidir y decidir sobre todos aquellos casos o situaciones en que se vean afectados, real o potencialmente, sus derechos a un medio ambiente sano y a su salud’. Es la ordenanza número 20, aprobada el 21 de mayo de 2008”.
El profesor y periodista uruguayense reconoce que la norma exhibe muchos problemas de técnica legislativa pero le reconoce el mérito de estar en la vanguardia.

El barrio náutico

Sin embargo, con esa historia digna de aplauso  el problema que enfrentan los vecinos del río y los ecologistas de la región radica en que se sienten ninguneados.
De ahí que algunos habitantes de Gualeguaychú ya vean abierta la vía penal contra el municipio de Pueblo Belgrano, porque su intendente Mauricio Davico le dio luz verde al barrio náutico Amarras del Gualeguaychú cuando el certificado de aptitud ambiental está suspendido desde hace ocho meses.
Es decir, en lugar de licencia social, diálogo, consenso, participación, democracia deliberativa, lo que tenemos es una determinación al filo de la ley y una pelea en la Justicia.
Los asambleístas sospechan que las autoridades de Pueblo Belgrano tienen todo cocinado, porque no dan respuesta a estudios que mandan a hacer de nuevo el proyecto si no cumple con requisitos elementales. Se está erosionando la confianza y eso es difícil de curar.

Segregación social

La agencia AIM entrevistó a Natacha Crimella del colectivo Salvemos el río. La gualeguaychuense aseguró que el country promueve la segregación social y perjudica el ecosistema, y alertó sobre los efectos de las obras con mayores inundaciones ante las crecientes periódicas del río Gualeguaychú.
Se recordará que hubo varias acciones para frenar los movimientos del suelo, incluso una presentación del abogado y militante social Julio Majul con razones contundentes.
La provincia había suspendido una resolución que aprobaba los estudios de impacto ambiental, y hoy cuenta ya con informes de la Universidad Nacional de La Plata y de la UTN, pero el gobierno demora un fallo definitivo. Por eso los vecinos entienden que el intendente Davico se apuró, sin contar con la habilitación, y mientras tanto la provincia admite que el municipio tiene autonomía para actuar… ¿No estarán jugando con las expectativas de los habitantes del sur?

Banderas de rendición

Es probable que los estudios de impacto digan cosas distintas. Si los vecinos de Gualeguay y Gualeguaychú se toman unos mates con los intendentes y escuchamos a Yupanqui, acordaremos la necesidad de trabajo, “porque esto no puede ser”.
Y si leemos unos versos de Yupanqui, Andrade y Juanele hallaremos el modo de asegurar el arraigo de las familias, la alimentación sana, en un paisaje limpio.
Así quedarán “los árboles con sus hojas y las ramas con sus nidos” en vez de las bolsas de nylon izadas con cada creciente como banderas de rendición.

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