En el libro Primero de “Utopía”, a principios del siglo XVI,
(época en la que muchos piensan que se originó el capitalismo moderno), Tomás
Moro pone en boca de Rafael este texto. Cambiemos “ovejas” por “soja transgénica” o
cualquier otro monocultivo de moda y pensemos si no refleja de alguna manera la
raíz de los males de este modelo.
“Nuestras ovejas, que tan mansas suelen ser y que con tan
poco suelen alimentarse, ahora… devastan y despueblan campos, casa y ciudades…
En todos los lugares del reino… los añores, los caballeros y hasta los más
santos varones de los abades, no se contentan con las rentas y beneficios… (ni)
con poder vivir muelle y perezosamente… no dejan ninguna parcela para el
cultivo; todo se reserva para pastos, derriban lasa casas, destruyen los
pueblos… transforman en desiertos las habitaciones y todo lo cultivado.
Así pues para que un devorador insaciable, peste y plaga de
la patria, pueda encerrar en un solo cercado varios millares de yugados de
pastos, muchos campesinos se ven privados de sus bienes, los unos por fraude, ,
otros expulsados violentamente o que, hartos ya de tantas vejaciones, se ven
obligados a vender lo que poseen. De todos modos, estos desgraciados, hombres y
mujeres, maridos y esposas… con familias más numerosas que ricas, ya que la
tierra exige en trabajo de muchos brazos, se ven obligados a emigrar…
abandonando sus hogares, conocidos y acostumbrados… entonces sólo les queda
robar… o vagabundear mendicantes.”
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