¿Cuándo fue que comenzamos a salirnos, a aislarnos, a sentirnos distintos y separados de la madre naturaleza?. ¿Cuándo fue que las cosas dejaron de significarnos?. ¿Cuándo fue que comenzamos a olvidar el contrato original de ligazón y nos volvimos ciegos ante los símbolos del cosmos?.
Necesitamos religarnos, redescubrirnos, volver a pensar y pensarnos, entender quiénes somos y cuál es nuestro destino, reconocernos parte del todo, miembros de la comunidad viva, reencontrar los signos del lenguaje natural con el que nuestros antepasados se entendieron con la Tierra.
Ahí está el río, ahí está el árbol hablándonos de lo trascendente, pero no sabemos escucharlos, porque malaprendimos que somos superiores y que nosotros hablamos, no ellos, nosotros dirigimos el monólogo, y sabemos cuál debe ser el cauce, qué deben llevar las aguas, cuántas ramas debe conservar el árbol, qué espacio necesitan sus raíces, cuánto tiempo debe vivir, qué variedad es más importante.
"Y plantó Jehovah Dios un jardín en Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado. Jehovah Dios hizo brotar de la tierra toda clase de árboles atractivos a la vista y buenos para comer; también en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Un río salía de Edén para regar el jardín, y de allí se dividía en cuatro brazos." (Génesis 2:8-10)"… y una espada incandescente que se movía en toda dirección, para guardar el camino al árbol de la vida."(Génesis 3:24)
Perdimos, de algún modo, esa vida en el jardín del Edén, esa vida de armonía, sin embargo tenemos la promesa de volver a él.
«¿No ves que Dios compara una buena palabra a un buen árbol? Su raíz es firme y sus ramas se elevan al cielo; da fruto en todas las estaciones por la gracia de Dios. Dios habla en parábolas a los hombres para que ellos atiendan. Pero una palabra mala es como un árbol malo, arrancado de la tierra y despojado de todas sus raíces.»Sura 14:24-25
“hacemos brotar los gérmenes de todas las plantas, con la que producimos las verduras y los apretados granos, las palmeras cargadas con racimos de dátiles, los viñedos y los olivares, y los granados parecidos y diferentes. Considerad sus frutos cuando llegan a la madurez. Ciertamente en ellos hay signos para los verdaderos creyentes.» Al-An’am, 6:99
En el Judaísmo el Árbol de la Vida es uno de los signos geométricos más sagrados de la cábala, en los que aún no se descubre todos sus secretos. Es tan sagrado que al aprender de esta figura se asegura el crecimiento personal y espiritual. El árbol de la vida hebreo es muy antiguo, sin embargo al parecer trascendió por más tiempo y más regiones de las que se creía, se halló 3.000 años antes en Egipto, y hasta el día de hoy es posible observar la estructura del Árbol de la Vida en muchos sitios alrededor del universo.
En la mitología nórdica el mundo está representado como un disco plano. El disco está situado en las ramas del árbol del mundo Yggdrasil, que sostenía los nueve mundos.
En la mitología vasca también aparece como central el árbol. En lápidas aquitanas de la época romana se leen las dedicaciones: Arixo deo, Artehe deo, Fago deo, Leheren deo, a los dioses Roble, Encina, Haya y Pino, en expresión vasco-latina.
Todavía en los albores de este siglo R. Mª Azkue recogía la frase ritual que dirigían los leñadores al árbol que iban a cortar: Guk botako zaitugu eta barkatu iguzu (nosotros te derribaremos y perdónanos). Ese respeto y convivialidad con el árbol adquirió a través de los siglos carácter simbólico y representativo.
Para los celtas, los árboles siempre han sido elementos sagrados y preciosos, integrados plenamente dentro de su propia concepción del mundo. Ya los druidas habían estudiado sus campos energéticos, virtudes madereras y medicinales. Hoy día resulta de provecho aprender más acerca del simbolismo de los árboles y su relación con nuestra espiritualidad.
Algunos árboles eran tan estimados que eran tomados por las tribus celtas como tótems de Clan . Árboles sagrados eran también utilizados como un lugar de encuentro tribal usualmente por generaciones, donde las leyes religiosas y seculares eran impartidas. Durante los periodos de luchas intertribales es sabido que el contingente atacante siempre intentaba destruir el árbol sagrado (bile) de la tribu enemiga, despreciando así su contacto con los dioses. El árbol unía el cielo con la tierra; sus raíces pertenecían al mundo subterráneo , sus hojas y ramas eran del mundo real, pero su copa se alzaba hacia los cielos, hacia el más allá .
Además el árbol poseía los cuatro elementos: en su interior fluía el agua en forma de savia, sus raíces estaban en contacto con la tierra ,su leña se quemaba en un fuego ritual y sus hojas se alimentaban con el aire que las mecía. Los druidas nada tienen más sagrado que el muérdago y el árbol, sólo eligen bosques de robles y no cumplen ningún rito sin la presencia de una rama de ese árbol por lo que parece posible que deriven su nombre del
griego, drus: roble.
En los nativos del Sur de América existen los mismos conceptos, también se habla del árbol de la vida. La cultura Inca por ejemplo (que nunca tuvo acceso a la Biblia hasta la llegada de colón), el árbol representa al ser protector, cuya función es la de otorgar un elemento indispensable para la sobrevivencia humana. Es por ello que se pone de manifiesto la asociación entre los árboles y sus ancestros, por lo que muchos de éstos son considerados sagrados y se tornan en oráculos para un constante culto. Esta concepción dio lugar a la fabulosa obra construida en la ladera del río Patacancha, junto al pueblo de Ollantaytambo y que representa la figura de un inmenso árbol de la vida.
En Chile, lo mismo, árboles sagrados por doquier. Para los Mapuches por ejemplo, la Araucaria, Pehuén en Mapudungún, venerada por ser el sostén alimenticio más importante, mientras otro árbol sagrado, el Canelo, es usado ancestralmente por las Machis para diversos ritos y sanaciones, además del ser el símbolo de la paz... un estado básico para la sanación y viceversa.
La mitología guaraní entiende al árbol como el camino hacia "la tierra sin mal", o sea el cielo, el paraíso, la eternidad. Y Así lo Cantó Antonio Tarragó Ros
El Árbol es un Camino
El árbol es un camino
desde la tierra hasta el cielo
oda sin fin al abismo
donde la muerte me espera.
Música vértigo amado
dáme un espejo y memoria
que me devuelva sin trampas
esto que soy por la historia.
Huella en el aire el aroma
lleva la historia del suelo
¡Vuelo y arraigo es el hombre!
desde la tierra hasta el cielo.
Canta la copla en el viento
justificando su vuelo
como la flor cuando aroma
lleva la sangre del suelo.
¡Ah del que niegue el pasado!
ánima en pena su canto
anda sin ser por el mundo
frío y reseco su llanto.
El árbol es como un rezo
una plegaria encendida
desde lo eterno del indio
desde mi tierra querida.
Como el árbol soy
vida rumbo al sol
y sembrando soy
mi corazón...
¿Será el otoño un motivo para podarlo?. ¿Será que hay motivos para podarlos?
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