Desde Mingaché saludamos cordialmente a los Periodistas especialmente a los de nuestro pueblo, en su día, reproduciendo algunas partes mal elegidas de este impecable e impresionante texto de Tirso Fiorotto, un maestro de la profesión, quizás la pluma más iluminada del Entre Ríos de los últimos tiempos.
Para leer el texto completo, lo que por supuesto recomendamos pulse aquí. articulosmingache.blogspot.com
Cumpas:
hoy amanecí con un correo que me saluda por el Día del Periodista.
Agradezco este mensaje gremial y saludo, a vuelta de
correo, a todos los colegas que con enorme esfuerzo y sin reconocimientos
cumplen su oficio de modo honrado, estudiando, seleccionando los temas con
responsabilidad, buscando los resquicios para dar a conocer lo que el poder
político o económico, político - económico, desean ocultar por todos los medios.
Los periodistas debemos hacernos un lugar para la
reflexión, el conocimiento, el estudio, para dejar que los conocimientos
afloren sin presiones, y lo digo porque vivimos muy apretados por las
circunstancias, bajo estructuras mafiosas, y también apretados por los cierres,
por el apuro, y así solemos ofrecer cositas ni siquiera corregidas, y a veces
tan ligeras que sería preferible callar. No lo negaré.
Hay
numerosas orientaciones en este bello oficio. En cada rubro se encuentran
personas con dignidad.
Deseo detenerme hoy en la que le hace cosquillas al poder
económico, al poder político, al poder corporativo, que muchas veces son un
solo poder en connivencia aunque parezcan incluso enemistados. Todo por
arribita nomás, ya sabemos.
Saludo entonces en este día a los colegas de los pueblos
pequeños que deben hacer malabares para ejercer el oficio y seguir viviendo
allí, y que aprovechan las rendijas que se le escapan al poder económico y
político corrupto al mango, las aprovechan para sostenerse en la dignidad,
comprometidos con la búsqueda de la verdad y seguros de que la libertad no se
negocia. Por trillado que aparezca, compañeros, es así, no se negocia.
Quizá no sean mayoría, no importa, están allí y muchas
veces no se dimensionan ni se consideran las tensiones internas de cada cual.
Por eso no opinamos de cada cual, porque en el fondo no sabemos cuánto lucha
cada uno por la dignidad, y suponemos que son más de los que imaginamos los que
dan su batalla íntima en cada jornada.
Y los saludamos porque sabemos de esos esfuerzos,
mientras algunos con pretensión de “representantes” buscan el modo de
congraciarse con el poder en este Día, con el poder mafioso, aplaudiendo
leyecitas que son como aspirinas ante el cáncer, engañapichanga, tratando de
sonreírle a un poder que nos ataca por todos los flancos.
Los
engranajes del régimen falaz no son más que eso. Y los periodistas que cada día
se levantan pensando cuántas presiones deberán soportar en la jornada de
trabajo, tienen que soportar también que pretendidos “representantes” les bajen
línea, les digan que tienen que estar agradecidos, en síntesis: nos tomen el
pelo.
Con amigos así...
Saludo a los que tienen actitud, a los que luchan por los
caminos de la independencia, a los que se saben cruzados por los valores en
cada noticia, cada nota, cada título, cada párrafo; a los que quizá no puedan
decir algo hoy pero le pasarán el dato al amigo, o buscarán otro medio donde desarrollar
su trabajo; a los que no se resignan a callarse la boca ante la podredumbre de
presidentes, vicepresidentes, ministros, titulares de corporaciones, ultra
corruptos y ultra ricachones, que roban por todas las vías a su alcance y, como
práctica habitual, cuando se enfrentan con vecinos que los denuncian, buscan
destruir lo poco que queda de justicia, de república, para poner las
instituciones a su servicio, al servicio de la impunidad. Eso en la Argentina y
en Entre Ríos por igual.
¡Salud, compañeros periodistas de la Junta Americana!
¡Salud, periodistas de Santa Elena, de Concordia, de Ibicuy, de Villaguay!
¡Salud, periodistas de Paraná, de Concepción, de Gualeguaychú, de Larroque mi pueblo, de María Grande, de
Colonia Avellaneda, de Chajarí, de Federal, de cada pueblo nuestro y se me
escapan doscientos! ¡Salud los que resisten de una punta a la otra de este
territorio maravilloso!
Está el robo personal, el robo para el partido, el
soborno en la relación promiscua con las grandes multinacionales del dinero, de
la minería, del petróleo, de las exportaciones, del comercio minorista a
escala, de la industria de ensamblaje; el robo con la patria contratista, robo
impresionante por estos pagos; todo ello en la Argentina y en Entre Ríos, a un
punto que da asco, y quedan periodistas con preparación integral para conocer y
denunciar este estado de cosas que es calamitoso, y del que se valen los grupos
de poder para hacer de nuestro territorio una cancha de negocios sucios a gran
escala, mientras se hacina a las familias o se las expulsa.
Entre Ríos, patria del destierro, de los pueblos
fantasmas, país de las taperas, del trabajo precario, hoy país arrodillado ante
el poder central metropolitano ultra corrupto a todas luces, corrupto y
soberbio, ricachón y gritón, y arrodillado ante los pooles de la especulación
que se pasean como Pancho por su casa porque son jefes del poder político, es
decir: los “gobernantes” son sus felpudos.
Los periodistas nos encontramos con la altísima
responsabilidad de conocer el estado de cosas, de saber del grado de sumisión
del capitalismo entrerriano que agobia a las familias hasta expulsarlas. ¡Qué
alto compromiso nos depara el oficio!
Saludo a todos esos colegas que no se arrodillan, que ven
los modos de dársela al poder oligarca, banquero, terrateniente, darle el
hondazo, tarde o temprano, sea a la oligarquía enquistada en el gobierno (bajo
camuflajes diversos, ayer y hoy) como en las corporaciones y los trust y las
sociedades anónimas que son los titiriteros de estos títeres llamados
ministros, gobernadores, secretarios.
Saludo a las chicas y los muchachos de las FM, las
revistas, las cooperativas, las páginas digitales, me inclino ante los que se
plantan aunque quizá nadie los considere, nadie los aplauda ni los tenga en
cuenta en las bancas de las pretendidas academias de periodismo.
Compañeros, no están solos. Esa soledad aparente es un
resguardo de una unidad profunda que no necesitamos que se exprese a diario
pero está, la sentimos en el corazón.
Saludo a los jóvenes y no tan jóvenes de algunos espacios
en los diarios de gran alcance o los chicos, en la televisión, todos con enorme
sentido de la responsabilidad. Saludo a los viejos que están sin trabajo porque
no tranzaron, me saco el sombrero señoras, señores. Ellos cuando dicen Walsh no
se cagan en Walsh. No manosean a los maestros.
Los saludo, y a la vez los invito a no esperar
reconocimientos sino desprecios en sectores de poder; cuando haya algún
reconocimiento desde esos sectores hay que estar atentos porque por ahora no
hay visos de arrepentimientos o cambios, de modo que nada tenemos que esperar
ni aceptar de ellos.
Y bien, ¡salud, compañeros ignorados, compañeros
empobrecidos en lo económico y enriquecidos en la dignidad!
Los saludo agradecido, por la compañía. Y agradecido
también con los miles y miles que nos alientan, que no ignoran sus derechos a
la información y reconocen el trabajo genuino y sincero, aún con errores pero
honesto, e incluso con talento a veces. Y agradecido con los profesores y
maestros que tantas veces, rompiendo con la burocracia y la desidia, nos abren
el panorama, sea en la universidad, sea en la redacción, sea en reuniones de
amigos. Hoy debemos decirles que ninguno de sus hondos mensajes cae en saco
roto.
Por las dudas aclaro que no represento a nadie. Sólo
levanto un mate amargo por la gran rueda de mate que nos expresa, aún a la
distancia, y en la que decimos y diremos nuestros silencios, en esta hora de
tanto ruido, hora de los farsantes.
Nuestros silencios, compañeros, silencios que nos llevan
primero a los hijos de los periodistas desocupados a veces, atormentados otras
veces por cumplir con un oficio y alumbrarnos en eso un sendero.
Cuando
veamos desde la distancia estos esfuerzos podremos saludarnos, con la certeza
de haber cumplido con un deber, nada más, y que la tierra nos trague.
¡Salud! Tirso.
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