Compartimos días atrás, una reunión ampliada de
Mingaché con un grupo de amigos, simpatizantes, interesados en entender la
complejidad, la ecología, la política y la compleja ecología política. Contamos
con la muy apreciada intervención del ingeniero Sergio De Luca, quien aceptó amablemente
nuestra invitación y nos fue narrando algunas cuestiones sobre su actividad y
su visión de la actualidad local y nacional.
Con mucha claridad y apreciable sinceridad nos contó
por ejemplo sobre su decisión de instalarse en Larroque con su empresa y
familia, su apuesta humana y económica, su ilusión de estar en el pueblo que lo
vio crecer, dejando de lado otras oportunidades profesionales muy importantes y
en contrapartida, el sinnúmero de obstáculos que se le presentaron en el camino.
Ve que Larroque presenta algunas características
interesantes de pueblo chico, en el que nos conocemos, nos cuidamos, se puede
vivir con tranquilidad, no se fomentan las diferenciaciones sociales, se puede
confiar en el otro. Pero por otro lado es escasa la participación en las
organizaciones intermedias, no existen instancias de debate que permitan un
crecimiento, una búsqueda de soluciones o alternativas a la crisis que no es sólo
económica, sino que se extiende a todos los ámbitos, cultural, social, ético,
educativo. Piensa que los encargados de hacer que las cosas funcionen no tienen
interés verdadero, genuino en hacerlo y se manejan más por cuestiones
partidarias o ideológicas o simplemente mercantilistas y demagógicas. No
consultan a quienes puedan pensar diferente, se rodean de adeptos que acatan
órdenes.
Entiende que existe una especie de individualismo
ideológico donde cada uno se cree dueño de la verdad y no está dispuesto a
debatir sus puntos de vista sin confrontar o atacar al otro.
Muchos pensadores, generadores de ideas, están
adormecidos, se apartan o son apartados de la actividad pública. En muchos
casos parece que un sueldito o algún puesto en un órgano gubernamental, anula
su capacidad de pensar.
Con cierto énfasis y alguna muestra de decepción nos
plantea que en general la ciudad no tiene objetivos comunitarios, no se
plantean fines a largo plazo, cada nueva administración planea sólo sus cuatro
años aún en el caso actual en que hubo continuidad no sólo de partido sino de
persona. Cuesta mucho entonces apostar a futuro cuando se cambian
permanentemente los planes, no sabemos a donde vamos y esto no es sólo en el
nivel local por supuesto.
Tenemos un buen lugar para vivir, una situación
geográfica estratégica pero parece que no quisiéramos cuidarlo, que
estuviéramos muy quedados; no se valora a quienes trabajan por el pueblo, por
sus instituciones. No sabemos qué hacen nuestros jóvenes cuando terminan el
colegio secundario.
Debemos generar más instancias de debate, hacernos
escuchar, despertar a los pensadores, pasar de las ideas a la acción, participar
socialmente sin ataduras con el poder de turno, con una independencia económica
que nos permita ser independientes en las ideas, pensar en nuestros jóvenes,
qué sociedad les estamos dejando, planificar a largo plazo, interesarnos más
por nuestra gente, por los desarrollos locales, por los emprendedores. Buscar
alternativas para salir de la crisis.
Se produce entonces un interesante intercambio de
ideas que prolongó la reunión por casi tres horas y quedamos todos en volver a
encontrarnos a principios de junio para otro encuentro de estas
características.
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