17 DE OCTUBRE: LEALTAD AL PUEBLO O LEALTAD A LAS CORPORACIONES
Jornada triste la de ayer en nuestro Jujuy, una tristeza más que se suma a
otras tantas que nos agobian en este presente de miserias políticas
y negociados corporativos. Una tristeza que duele cuando caminamos las
calles de los barrios periféricos, cuando nos detenemos en cualquier
esquina, rodeados de perros famélicos y de niños asombrados.
El asombro en los ojos de quienes han nacido para la plenitud de la vida y
se la estamos recortando a machetazos de miseria y egoísmo. No recuerdo ya
cuántos muertos populares atrás ni cuantas esperanzas engañadas nos
separan del niño peronista que supimos ser.
Un 17 de octubre en Jujuy a pura bala policial y violencia
represiva, mientras los funcionarios del privilegio hacían su fiestita
conmemorativa, las barriadas del olvido recobraban
la dignidad escamoteada y festejaban a su manera, en la lucha
callejera, el dolor de ya no ser los descamisados de Perón y de Eva.
Hace muchos años perdimos nuestra Empresa de Energía a manos de un grupo
financiero extranjero, por monedas y en beneficio de unos
pocos. Desde entonces la luz nos duele, como nos duele el agua y la
comida. Y los gerentes del poder empresarial, encaramados
en los cargos de gobierno, nos cobran las Facturas rigurosamente, en
las mismas precarias condiciones de una empresa sin inversiones y
sin proyectos, que no sean otros que tirar transformadores y cables en
el mismo corazón de los barrios populosos.
El cáncer, los abortos, las malformaciones, son pequeños
incidentes en una lógica brutal de costos y beneficios, que puede
instalar sus catedrales de toxicidad y contaminación en
el patio mismo de una escuela primaria y la Facultad de
Agrarias. Es más, nos mienten con la necesidad de
expandir la red para las nuevas industrias que habrán de
instalarse en esta impronta provinciana y perversa de crecer y
desarrollarnos para los mercados consumidores.
Malvinas, Santa Rita, los inmensos conglomerados de
viviendas que encuentran un horizonte inabarcable, allá
en el sur, donde Alto Comedero se hace campo, de a poco y sin
descanso urbano, con las rupturas impensadas de los asentamientos, y el aire
irrespirable del hacinamiento social distributivo. Esos son los efectos
no deseados del neodesarrollo y el progreso nacional
y popular. Lo bueno para ver es que la Lealtad a un destino y a una
causa, retorna y se instala crudamente, en las fronteras invisibles del Modelo de
Inclusión , ya no como festejo de la Patria , sino como destino irrenunciable
de la verdadera Justicia Social tantas veces postergada.
Los sueños perdidos de tantas generaciones argentinas se
renuevan cada vez que la rebeldía popular estalla, sin encuadramientos
ni subsidios, sin anunciar su insurgencia, calladamente, como
ríos profundos, como las patas en la fuente de otras épocas. Sueños
entrecruzados del imaginario nacional, donde confluyen las luchas contra la
minería a cielo abierto, los desmontes demenciales de nuestras selvas y
montañas, los monocultivos transgénicos y la agroindustria azucarera,
buscando quizá volver a la Tierra como Madre y a la Comunidad perdida
en los delirios de una Modernidad engañosa.
Las montañas mágicas y silenciosas nos miran desde su altura, los glaciales
eternos y las salinas ancestrales esperan impasibles que podamos
recobrar la Soberanía sobre nuestros Bienes Comunes, sobre las Yungas y
los valles fértiles, sobre las soledades puneñas y sobre la
hendidura cultural de la Quebrada. Vendrán seguramente
otras puebladas y otras resistencias al saqueo programado,
nuevas sangres se derramarán desde el Ingenio hasta las
Minas, para destrozar las quimeras del Litio y los biocombustibles, para
recobrar nuestro arraigo y nuestra memoria colectiva sobre las
semillas y el amparo sagrado de los Dioses.
Fernando Rovelli - Jujuy
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