El jueves 7, se desarrolló en el colegio Virué el segundo módulo del Tríptico de Ecología Política y Problemática Regional, organizado por Mingaché, en esta oportunidad a cargo del Dr. Daniel Verzeñassi, Bioquímico de la ciudad de Paraná, miembro del Foro Ecologista, militante estudioso y experimentado en las luchas ecológicas desde hace ya mucho tiempo, integra también la Junta Americana por los Pueblos Libres. Un hombre preocupado por los problemas que nos afectan a los entrerrianos, a los argentinos y a nuestra América del Sur.
El tema propuesto fue “Sudamérica y las urgencias productivas-ambientales del Norte” y la verdad que su exposición nos llevó por un camino de hechos, conceptos, personas, ideas, acciones, que explican una trama de relaciones inimaginables.
Con el sólo recurso de unas imágenes, algunas de ellas muy explícitas, nos tuvo más de dos horas y media pendientes de los que nos fue contando.
Fiel a su profesión comenzó hablándonos de la salud, para girar rápidamente hacia la crisis que afecta a los países del norte, la falta de petróleo y de agua, la contaminación del aire los ríos, los mares, la tierra, las ciudades insustentables, la biodiversidad amenazada, la integridad genética comprometida, las industrias tecnológicas impulsadas por las guerras y necesitadas de demandas artificiales de los productos que fabrican, etc. Nos mostró en frases de los propios interesados, como analizan, deciden y se organizan para trasladar esos problemas al sur; cómo penetran las culturas y generan las necesidades locales para que recibamos con los brazos abiertos sus propuestas de muerte, para que produzcamos lo que ellos ya no quieren producir porque los contamina, para que compremos lo que ellos mismos prohíben en su tierra.
Habló de la complejidad y la gravedad de la crisis, y de sus evidencias: el calentamiento global, tanto tiempo negado por el sistema; los organoclorados y todo tipo de químicos producidos en cantidad y comercializados como inofensivos durante muchos años por empresas sin control hasta que la presión de las pruebas los hace insostenibles y entonces los cambian por otros nuevos igualmente malos pero sin pruebas en su contra para repetir el ciclo; las áreas de sacrificio; el agotamiento de los acuíferos por sobreexplotación; los cambios hormonales en la población por acción de los disrruptores endócrinos; el aumento alarmante de personas afectadas por enfermedades claramente relacionadas con la contaminación química: leucemia, linfomas, sarcomas, malformaciones congénitas de diversos tipos, hipersensibilidad a los agentes externos, depresión del sistema inmunológico, etc.
Nos contó de los dineros que invierten las multinacionales en connivencia con los gobiernos autodenominados centrales en propaganda ideológica, en compra de conciencias en las universidades y en los centros de poder políticos, en mecanismos de control de la comercialización de alimentos; de los grupos y asociaciones creados especialmente para controlar las economías menos desarrolladas, del grupo Bilderberg, de Avina, de Monsanto, de Walmart, de la Barrick Gold, de la British Petróleum; de los megaproyectos para abastecer mercados: la Hidrovía Paraná-Paraguay, el corredor bioceánico, el proyecto IIRSA.
Pero en medio de este análisis que por su claridad y contundencia pudo hacernos sentir por momentos como meros engranajes de un mecanismo imposible de modificar, nos contó también de la gente que trabaja, que investiga seriamente, que denuncia, que construye, que intenta vivir de otra manera. Nos contó de las luchas de Rachel Carson y de su maravilloso libro “Primavera Silenciosa”, de Teresa Forcades y sus denuncias sobre los laboratorios farmacéuticos, de Héctor Dalmau y su “Crónica del Pais de los Ríos Muertos”, del Dr. Hugo Gomez Demaio y sus estudios y luchas en Misiones, de Marie-Monique Robin y su libro “El Mundo Según Monsanto”, del Dr. Gilles Eric Seralini y sus trabajos en Biología Molecular acerca de los transgénicos y sus coincidencias con el Dr. Andrés Carrasco, silenciado por los medios oficiales y de las corporaciones.
Por humildad no nos contó de su estilo de vida coherente con su pensamiento, que en el fondo de su casa, su esposa Viviana lleva adelante una huerta, que en su quinta, los vegetales crecen naturalmente y dan fruto de forma indiscriminada, que su hija, arquitecta, diseña casas de barro ecológicas, fomenta la construcción propia y da lucha para que los reglamentos municipales las acepten.
Sí nos dijo, a modo de amorosa caricia para el alma, de su firme convicción de que la mayor resistencia a este modo de vida que nos quieren imponer, está en las pequeñas poblaciones, como Larroque, en las que la relaciones de vecindad, de amor y confianza y de cuidado mutuo no pueden ser controladas por las multinacionales; nos alentó a informarnos, a discutir el modelo, a pensar distinto, a establecer redes de comunicación, lazos de afectos entre quienes quieren vivir de un modo diferente al que nos propone el modelo imperante, y nos recomendó como una acción encomiable para el bien y la salud de todos, la producción local de alimentos de forma natural orgánica.
Al final nos dijo con Marcel Proust “La travesía real del descubrimiento no consiste en descubrir paisajes nuevos, sino en poseer nuevos ojos”
Una exposición amena, desafiante, que nos deja mucho material para la reflexión y que hubiéramos deseado compartir con un mayor número de participantes que por diversas razones no pudieron asistir.
Los esperamos en el Tercer Módulo con Carlos Galano el 2 de noviembre a las 19:00 hs.
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